Tras la
crítica realizada a la CalMAR y la sustitución de la
mitología del amor romántico por una
mitología del amor, parece útil invertir
los enunciados negativos de la mitología en una lista de planteamientos
críticos frente al concepto “amor”. La que aquí expongo respeta una
correspondencia punto por punto con los mitos del amor. Esa claridad
genealógica es una ventaja para el análisis retroactivo, aunque quizás no sea
la mejor estructura para la crítica misma. Se trata, además, de una crítica
propuesta, es decir, de la exposición de una serie de rasgos de la realidad
amorosa (no del ideal amoroso mítico) altamente cuestionables tanto moral como
intelectualmente. No se trata, por lo tanto, de una crítica realizada.
Una estructura alternativa para dicha crítica es este
análisis del concepto “amor” según tres fuentes de discurso a las que llamo “
el amor del amor”, “
mi amor”, y “
el amor AMOR”.
1-el concepto “amor” no tiene por qué designar una
realidad coherente ni tiene por qué ser coherente con la realidad que designa.
Debemos distinguir entre lo que el amor es y lo que queremos
que el amor sea. Para saber qué es debemos señalarlo en diferentes realidades y
extraer de ellas su definición. Si no podemos señalarlo o nos es muy difícil
tendremos que decir que no existe o que es demasiado escaso o impreciso como
para concederle gran importancia. Si obtenemos varias cosas diferentes, no
unificables bajo ningún criterio claro, tendremos que decir que el amor es
varias cosas; cada una de estas cosas tendrá que tener su propio nombre y
definición, y cada una de ellas tendrá que ser coherente consigo misma.
Si hablamos de lo que queremos que el amor sea tendremos que
probar su viabilidad (no es aceptable enunciar un simple ideal de perfección
contradictorio como “el amor es realizarse dándolo todo”) y enfrentarla al
resto de propuestas en busca de una síntesis.
Tendremos que tener siempre en cuenta, además, que quien propone otro
concepto de amor no amará (no deberá amar, en realidad) como nosotrxs.
No hay, además, relación necesaria entre lo que se dice que
el amor es y lo que el amor es en realidad. El amor es cuestionable. La
responsabilidad de demostrar que algo es amor recae sobre quien afirma que lo
es, incluso aunque hable de su propio amor.
2-el amor es superable. Vivir con amor no es el súmmum de la
realización humana. Vivir sin amor no es tan duro.
La felicidad tiene que ver con condiciones de vida objetivas
o con la realización del proyecto sociopersonal o sentido de la vida, dado como
presencia de las condiciones de vida adecuadas para la realización de ese
proyecto. La felicidad no debe confundirse con la alegría, la diversión o el
placer, todas ellas estados de ánimo o experiencias de corta duración. Una
persona feliz que sufre un percance leve sigue siendo feliz aunque esté triste
o dolorida. Una persona infeliz que disfruta en una fiesta sigue siendo
infeliz. El amor, gracias a su mezcla explosiva de afecto y sexo, y a los
estados carenciales que genera, provoca fuertes estados de placer que son
confundidos con felicidad mediante el discurso del carpe diem.
El amor sólo puede acercarse a la máxima fuente de felicidad
cuando es el proyecto personal mismo. Sin embargo, el amor es insuficiente como proyecto personal porque no es dinámico.
Será dinámico cuando se trate de la realización de una familia, pero entonces
tampoco será suficiente porque será, salvo excepciones, exógeno. Que nos
parezca horrible vivir sin amor (sin lo que el amor nos proporciona) nos hace
olvidar que sería aún peor vivir sin un sentido de vida, sin una realización
personal que nos sacara del embotamiento, aturdimiento, anulación, vegetación
amorosas.
3-el amor no es bueno.
Las consecuencias conductuales y emocionales del amor
entendido como sentimiento son amorales, es decir, ni buenas ni malas a priori.
El amor presenta ventajas morales, como el afecto o la predisposición a la
cooperación para el logro de la meta conjunta del amor (presente sobre todo en
la seducción). Pero también presenta importantes desventajas, como la selección
del afecto por proximidad (o, directamente, por constituir objeto de deseo), la
urgencia de su deseo o la defensa de su posesión. Una persona enamorada no
suele ser una persona de fiar, y estamos acostumbradxs a poner en cuarentena
nuestra confianza en ella. Sabemos que una persona enamorada sólo mejora, en
todo caso, para la persona de la que se enamora, y empeora para todas las
demás.
El amor como ideología (el verdadero amor), sin embargo, es definitivamente
malo. Irracionaliza, atonta, aliena, distrae y aisla.
No importa el valor moral de la acción: Cuando actuamos en
el nombre del amor actuamos por amor, es el amor quien actúa.
4-el amor es congnoscible.
Tanto las motivaciones amorosas
(conductas, orientaciones sexuales, orientaciones de deseo, parafilias,
aversiones y ascos…) como la esencia del amor, su naturaleza o su sustancia son,
como cualquier otra cosa, perfectamente comprensibles y asequibles al
pensamiento. Lo que no es asequible al pensamiento debe serlo por una razón
también cognoscible sin la cual volvería a serlo.
Investigar, profundizar en y liberar los deseos reprimidos (justificación
moral del BDSM, por ejemplo) no es el único momento posible en el conocimiento
del amor. También es posible comprender qué genera esos deseos. El conocimiento
sobre el amor transforma nuestra manera de relacionarnos con el amor y, con
ello, nuestra fuente de placer. El conocimiento del amor es en sí mismo una
fuente dinámica de placer relacionada con el amor. El no conocimiento sobre el
amor fija nuestra fuente de placer, agotándola.
5-el sexo y el afecto son dos realidades diferentes y
autónomas.
El amor no es necesariamente un elemento puro indivisible. El amor
no es necesariamente el único lugar donde se dan las cosas que se dan en el
amor.
Su unión es posible pero no necesaria. Puede ser
beneficiosa, pero no necesariamente. Nada hace pensar que sean ingredientes
complementarios de un placer excelso y superior. El afecto es sólo una de las
cosas que pueden mejorar el sexo. El sexo es sólo una de las cosas que pueden
mejorar el afecto. Su separación no implica la unión con su contrario. El sexo
sin afecto no es necesariamente sexo sin respeto o sexo con odio (masoquismo).
El afecto sin sexo no es necesariamente afecto con distanciamiento sexual,
rechazo o asco (“sólo” amigxs).
Parece que lo normal sería que las relaciones sexuales
implicaran, al menos, cierto afecto y ciertas manifestaciones de afecto (como es
propio de otras actividades sociales). Parece sensato también pensar que el
afecto debería facilitar las relaciones sexuales en diversas modalidades e
intensidades (no todas las manifestaciones de afecto tienen, sin embargo, las
mismas funciones ni, por lo tanto, facilitan por igual las conductas sexuales).
Es importante aprender a detectar cuándo queremos afecto y cuando queremos
sexo, para poder expresar lo que realmente deseamos en nuestras propuestas.
Muchas formas de afecto necesitado son símbolos de aceptación sexual (afecto
táctil sin sexo). Muchas formas de sexo necesitado son símbolos de aceptación
afectiva (búsqueda sublimada de amor).
6-el trabajo sirve para lograr un objetivo deseable. La resignación
es el objetivo principal del trabajo realizado en el gamos, y no es un objetivo
deseable.
Las relaciones no producen trabajo, sino que son una transformación
en el tipo de trabajo realizado por las personas participantes, que pasa de ser
individual a ser colectivo. Si las relaciones producen más trabajo que las no
relaciones para lograr los mismos objetivos, entonces las relaciones mismas no
son deseables, o no en el estado en el que se encuentran. Las relaciones no son
un fin en sí mismo. El fin de las relaciones es el aumento de la capacidad
colectiva para producir vida buena. Las buenas relaciones no son un fin en sí
mismo pero son tratadas como un fin en sí mismo dado que entendemos por “buenas
relaciones” aquellas que aumentan esta capacidad. Las relaciones, por lo tanto,
no deberían experimentarse como un trabajo o como un aumento de trabajo, sino
como una mejora de la vida o una optimización del trabajo.
Que dediquemos un enorme trabajo a buscar relaciones, y que
dejemos de hacer ese trabajo una vez que la o las tenemos, no compensa del
trabajo para obtener fines no deseables, como la resignación, que realizamos en
las relaciones. El trabajo de caza no cuenta como trabajo a la hora de valorar
las relaciones.
7-el amor es una fuente de desigualdad social.
Hay personas que acumulan todo el capital amoroso
(posiciones altas de valor sociosexual), es decir, que son vistas por cualquier
otra como pareja deseable y reciben poder de ello. Hay personas que carecen por
completo de capital amoroso, nadie las considera deseables y nunca llegan a
formar una pareja que se parezca a lo que esperan que sea una pareja. Hay
personas que disponen de una pequeña cantidad de ese capital y forman una
pareja precaria para poder realizar ese capital, aliviando y perpetuando a la
vez su precariedad amorosa. Estos dos últimos grupos son mayoritarios. Además,
hay personas que no encajan en el modelo de pareja por diferentes razones: Ideológicas
(contrarias a la normatividad hegemónica), caracterológicas (aunque disponen de
capital, ese capital no es realizable porque su carácter cierra las vías para
la realización), logísticas (responsabilidades, situación geográfica,…).
La experiencia amorosa te indica de una manera aproximada
cuál es tu capital y lo que puedes esperar del amor en el futuro si nada
cambia, es decir, te educa para en la aceptación de la desigualdad.
8-el amor es encuentro entre desiguales.
En términos platónicos, el amor es “deseo de lo que no se tiene”
o, dicho de otra manera, “deseo de lo que supera en virtud aquello que se
tiene”. Ya es curioso que siendo el amor hegemónico el heterosexual, y siendo
la heterosexualidad su origen, se pretenda que la diferencia radical de género
irá acompañada de una identidad radical en todos los demás aspectos de las
personas.
Desde una perspectiva cultural del deseo entendemos que el
sexo no es sólo sexo, y que tal vez pueda sustituirse, directamente, por el
concepto “poder”. Así, deseamos a quien nos daría poder en una relación amorosa,
nos es indiferente quien no produciría un flujo de poder, y nos repugna quien
nos restaría poder. Obsérvese, como prueba conclusiva, que la correspondencia entre
amor platónico y repugnancia sería la más frecuente si se visibilizaran, no
sólo las parejas formadas, sino todas aquellas que produciría una combinatoria
exhaustiva (promiscuidad perfecta). El amor no se realiza entre personas
iguales (parecidas, en realidad) porque la igualdad sea lo que más fácilmente genera
amor, sino porque es la única combinación en la que cabe la posibilidad de que
ambas personas estén de acuerdo en constituirse como pareja. El amor real, por
lo tanto, no se realiza jamás, y toda la realidad del amor es el sucedáneo
igualitarista del amor. Para que dos personas similares, entre las que no habrá
flujo de poder y que por tanto no proporcionan ganancia en ninguno de los
sentidos, formen pareja, debe construirse una propensión a la pareja, una
necesidad de pareja, mediante la cultura del enamoramiento y mediante el
aislamiento sexoafectivo de las personas sin pareja.
Todo esto suena horrible, pero es que hablamos de algo
horrible. De todos modos, peor era el punto anterior.
9-el amor es un recurso limitado.
Sea cual sea la definición de amor a la que recurramos,
aparecerá como tal. Ya se trate de un sentimiento o una actividad, sexo, afecto
o cuidados, una experiencia o una habilidad, no se dispone de todo el amor que
se desee para todo el mundo. Cuanto más se acerca la definición de amor a su
presentación como un recurso infinito, más vago se vuelve dicho concepto de
amor. El amor no es infinito. Lo infinito es la capacidad de crear convivencia
armónica gestionando los recursos que el amor monopoliza. Bien distribuidos, se
puede crear una infinita falta de necesidad de amor.
10-el amor es un concepto situado, contextualizado en una
cultura y producto de ella.
Las relaciones amorosas tienen en general unas mismas
referencias culturales que tienden a reproducir. Las diferencias personales no
son suficientes para establecer diferencias relacionales sustanciales, aunque
las relaciones no sean, por supuesto, idénticas. Hay relaciones parecidas,
relaciones que ya se han vivido y relaciones que pueden no aportar nada con
respecto a otras relaciones.
Partir de una idea muy personalizada y liberalizada del
amor, es decir, sustituir los cánones sociales por la libertad individual, no
impide la homogeneización de las relaciones en torno a otros cánones culturales
previamente presentes (como los neoliberales). Si todxs empezamos de cero,
todxs avanzamos muy poco. Las relaciones diferentes y transformadoras no se
construyen sólo con la negación del canon, sino con la propuesta positiva,
crítica y democrática, de nuevos paradigmas. La negación del canon no conlleva
la identidad jerárquica de las relaciones (anarquía relacional), sino la
repetición de las jerarquías propias de otros cánones culturales. La ausencia
de jerarquía no es, por lo demás, un fin en sí mismo, sino un medio provisional
para subvertir un orden jerárquico injusto. La distribución de responsabilidades
es una herramienta indispensable e inevitable para la organización. La igualdad
no es identidad en las funciones y actividades, sino de oportunidades y
derechos.