El pasado viernes 4 de enero La 2 de TVE dedicó el
contenido de La Noche Temática
al atractivo sexual. He comenzado varias veces a escribir este post sobre dicha
emisión y he encontrado siempre en su relectura un desvarío de improperios
destemplados. Abordo este último intento tras el propósito firme de que en vez
de dejarme llevar por la furia procuraré articular una crítica. La furia la
reservaré para alguna maceta (maza pequeña y manejable, útil para quebrar, por
ejemplo, tiestos).
La estrella de la emisión fue el documental “La ciencia del sex-appeal”. En él se nos reveló a los perplejos televidentes que la ciencia ha dado por fin respuesta al misterio del atractivo sexual, que tantos quebraderos de cabeza ha procurado a intelectuales de toda rama hasta el venturoso día 4.
La estrella de la emisión fue el documental “La ciencia del sex-appeal”. En él se nos reveló a los perplejos televidentes que la ciencia ha dado por fin respuesta al misterio del atractivo sexual, que tantos quebraderos de cabeza ha procurado a intelectuales de toda rama hasta el venturoso día 4.
En resumidas
cuentas, y para quien no tuviera la dicha de disfrutar de este producto
cultural de categoría, se nos venía en él a demostrar, de modo
incontrovertible, que tanto la elección de pareja como su posterior conservación
o abandono, han estado siempre determinantemente condicionados por mecanismos
biológicos de ideología darwinista. Borrachos de cóctel hormonal, absortos en
la lucha por la realización amorosa, somos instrumentos de la supraconciencia
constituida por la voluntad de perpetuación de la especie. Las
teleinvestigaciones científicas nos invitan a abandonar toda ilusión de
libertad: no hay más que una realidad subyacente a todo romanticismo, y ésta es
la selección de los mejores genes para la procreación.
Son innumerables las tonterías que se llegan a
afirmar en la construcción de este discurso, algunas tan dañinas que, de no
estar revestidas por las batas blancas y el logo de La 2 en el contexto de su
prestigiosa Noche Temática, podrían ser tomadas por letras de reguetón. Las
parejas entrevistadas para contrastar las tesis extraídas de los experimentos
no tenían el más mínimo desperdicio, y su aspecto, actitud y opiniones hacían
gala de una vanalidad y una bajeza propias, efectivamente, de seres
condicionados exclusivamente por un sencillo programa biológico. En definitiva,
de animales.
“Como tengo el pelo largo, suelo agitar la melena y
lanzar miradas sexys”, nos dice una orgullosa animala, confiada en que logrará
así los genes que sus crías precisan.
“Tenía unas curvas que cortaban la respiración. Por
eso no necesité hablar con ella para enamorarme”, afirma un típico ejemplar de homo
sapiens, para explicar por qué su matrimonio no ha flaqueado en veinte años.
“Cuando vi su reloj de oro comprendí que sería un
buen padre para mis hijos”, dice ella, satisfecha de su responsabilidad como
madre. Pero su macho protector repica: “Sólo era chapado. ¡Conseguí engañarla!”
(los científicos no dan aquí respuesta a esta espontánea brecha surgida en sus
teorías).
El hombre, explican los investigadores, manifiesta
una propensión biológica a fijarse en el cuerpo. La mujer, sin embargo, cuyo
rol reproductivo es más complejo, lo hará en su posición social. Y,
efectivamente, los simiescos entrevistados nos confirman una y otra vez que
toda seducción es una lucha entre carteras y culos. Eso que siempre hemos
considerado degenerado se reviste ahora de sanción científica porque es lo que
la naturaleza espera de nosotros.
Se
me escapa la razón exacta por la que este documental es emitido, y emitido así.
Ignoro si se persigue un refuerzo ideológico, si una buena cuota de audiencia
mediante el supuesto tratamiento novedoso de un tema sistemáticamente
frustrante, o si simplemente se prepara al espectador para recibir el siguiente
documental, en el que se le explicará, una vez que ha comprendido cuales son
las reglas del juego, a quién debe pagar para partir en él con ventaja.
Porque, tras habernos explicado
hasta aquí que la razón por la que nos van a elegir es que obedezcamos al
estereotipo mamachicho y papaberlusconi, el siguiente documental, cuyo título “A los 25 empieza el declive” da lugar a pocas
ambigüedades, nos invitará a no dejar para mañana la operación de cirugía estética
que podamos hacer hoy.
Ahora el austrolopiteco no es sólo el paciente. La bata blanca del científico será sustituida por el traje de luces del gladiador de la conservación. Por la pantalla desfilarán una pequeña colección de carniceros autodenominados “artistas de la cirugía”, agresivos predicadores con estética de matón, que abogarán en contra de esa supuestamente reaccionaria idea de que hay que “envejecer con dignidad”. “La esencia del ser humano es su autoestima”, nos dice el filosófico y opulento descuartizador, “y ésta está en su aspecto”.
Ahora el austrolopiteco no es sólo el paciente. La bata blanca del científico será sustituida por el traje de luces del gladiador de la conservación. Por la pantalla desfilarán una pequeña colección de carniceros autodenominados “artistas de la cirugía”, agresivos predicadores con estética de matón, que abogarán en contra de esa supuestamente reaccionaria idea de que hay que “envejecer con dignidad”. “La esencia del ser humano es su autoestima”, nos dice el filosófico y opulento descuartizador, “y ésta está en su aspecto”.
Sorprendentemente, junto con estos
testimonios-espectáculo, el documental nos ofrece un par de opiniones bien
razonadas sobre cómo los medios de comunicación condicionan nuestra idea de la
normalidad física hasta hacernos obsesivos y esclavizados consumidores de
estereotipos inútiles e imposibles. Pero el documental en su conjunto no deja
este sabor de boca, sino el de la mujer de 60 años convertida en chica play-boy
que abraza a su cirujano bajo los focos del plató y lo llama “mi salvador”.
No he pretendido, como se ve, rebatir los argumentos
de estos documentales, no sólo por burdos e inconsistentes, sino porque creo
que para la mayoría de los espectadores será suficiente, o incluso innecesario,
quitarle al programa el halo de científico y respetable, para descubrir en él
una aberración ética. Confío en que la línea ideológica que gobierna su
discurso quede sobradamente rebatida en el conjunto de este blog.
La lamentable Noche Temática de ese viernes es un producto
ideológico característico del capitalismo patriarcal, con el muy sustancial
agravante de que se emite envuelto en la ideología contraria, y en una
televisión no sólo supuestamente pública y pretendidamente responsable, sino de
calidad. Esto, y su mismo contenido extremo, lo convierten en un acto reaccionario
de notable repercusión; en una carga de mucha mayor profundidad social, digna
de denuncia y toma de conciencia.
No sé si será ésta la razón por la que ha
desaparecido de la web del programa. Yo los he colgado para decorar, con la ilusión de que nadie los vea jamás.