jueves, 23 de agosto de 2012

historia de amor: desglose por indicadores. XXIII. Ayuda a tu enemigo a caer


16 Marzo 2012, Sábado 18:22

Álvaro y Raquel caminan hacia el coche. Ella oculta los ojos enrojecidos tras unas gafas de sol.

-¿Estás bien?
-Regular
Álvaro pasa la mano por su espalda.
-En un rato te recuperas, ya verás
-Estas cosas me impresionan mucho.
-Ya lo veo. Bueno, le has dado una alegría viniendo. Has sido muy cariñosa con él.
-¿Tú crees?
-Seguro.
-No he visto que se alegrara.
-Y eso te molesta, ¿verdad?
-... Supongo que no estaba para alegrarse.
-¿Entonces?
-Pensaba que le animaría más.
-… No sabía que teníais tanto contacto.
-No tenemos mucho. El normal, supongo.
-Ya… por las cosas que decías pensé que no hablabais nada.
-Hablamos de vez en cuando. Somos amigos.
Suben al coche. Álvaro conduce. Suena un mensaje en el móvil de Raquel. Ella lo lee y contesta.
-¿Cuándo fue la última vez que os acostasteis?
-Ya te lo dije. Al empezar tú y yo ya habíamos terminado. Llevas el intermitente.
-Hacía quince días.
-Yo creo que más de un mes.
-Un mes. Eso no es nada. Te seguía gustando.
-Ya sabes que todavía sentía cosas, pero desaparecieron.
El móvil de Raquel vuelve a sonar. Ella lee de nuevo, y de nuevo contesta. 
-Empezaste conmigo para olvidarte de él, ¿verdad?
-Álvaro, no es por aquí… Se supone que deberías estar dándome cariño.
-¡Pero si estás triste porque no te ha hecho caso!
Álvaro sale de la rotonda en la que ha realizado el cambio de sentido.
-¡Deja de decir tonterías! No estoy triste. Me he asustado al verle, nada más. Me da igual que no me haga caso. Ya sé cómo es.
El móvil una vez más. Raquel escribe. Levanta la vista de pronto.
-¡¡¡¡¡Álvaro!!!!!
-¡Tranquila, joder, que ya lo he visto!
-¡¿Qué te pasa?! ¿No podemos olvidarnos del asunto este?
-Ojalá se muera…
-¡¡Vale ya!! ¡¡¿Cómo eres capaz de decir algo así??!!
-Porque lo deseo. ¡Ojalá se muera!
-No se va a morir. Sólo se ha roto un brazo.
-Pero le están haciendo una exploración encefálica. A lo mejor encuentran algo y se muere.
-No creo…
-Bueno, pues ya se volverá a caer. A ver si sube al Everest la próxima vez y se cae desde arriba, los ocho kilómetros. Digo yo que con eso se romperá algo más que el brazo, el Capitán América.
Otra vez el móvil. Raquel chatea sin prisa.
-Le añades de mi parte que vaya preparando una ascensión al Everest.
-Es mi madre.
-…
-¿Le pongo del Everest?
-Tu madre…
-¿Qué pasa con mi madre?
-Raquel, ¿qué te gusta de mí? Me dices que soy atractivo, pero no te lo parezco, ¿verdad?

historia de amor: desglose por indicadores. XXIV. el laberinto del equilibrio

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