jueves, 18 de agosto de 2016

La fuente sagrada - Henry James (1901)


He sido invitado a disfrutar de unos días en Newmarch,  junto con otras personas distinguidas. En el tren que me lleva allí encuentro a Mrs. Brissenden y a Gilbert Long, dos viejos conocidos, con quienes, según ellos mismos me informan, compartiré estancia.

Long no parece el caballero apuesto pero simplón de siempre. Da la impresión de estar más despierto, más perspicaz de lo habitual. Pero la verdadera sorpresa es Grace Brissenden. Si no recuerdo mal, ha superado ya la mediana edad. Y, sin embargo, se diría que es más joven que su compañero. ¿De dónde viene esta notoria transformación? ¿Es posible que un idilio entre ambos haya obrado un cambio físico tan evidente a simple vista?
Mis sospechas se confirman cuando en Newmarch aparece Guy Brissenden, esposo de Grace. Aunque su edad es cercana a la de ella, su aspecto es el de un hombre que se acerca a la vejez.

Mi carácter indagador me lleva enseguida, sin embargo, a descubrir que no hay tal adulterio.

¿Quién es, entonces, el beneficiario de la juventud perdida de Mr. Bissenden? ¿De dónde provienen las novedosas virtudes de Long? El resto de invitados a Newmarch disponen, sin duda, de numerosas claves que pueden ayudarme a resolver estos enigmas. Y entre ellos también se aprecian extrañas transformaciones.

Por otro lado, y quizás sea ésta la cuestión más importante, ¿apreciarán ellos algún cambio en mí?

La fuente sagrada no es una lectura larga, pero tampoco cómoda. Tal vez porque nos propone el adiestramiento en un juego al que sólo sabemos jugar inconscientemente: la comprensión de los efectos producidos por el flujo del valor sociosexual.


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