lunes, 27 de junio de 2016

¿qué es la ORIENTACIÓN RELACIONAL?


¿Qué es (o qué debería ser) la orientación relacional?

A mi modo de ver, la orientación relacional es, ante todo, una formación que sirve para entender las relaciones. Ni más ni menos.

Del mismo modo que cualquier otra disciplina nos sirve para entender el tema del que es objeto y para dejar de funcionar en ella por ensayo y error y partiendo desde cero, la orientación relacional debería servir para obtener una visión de conjunto sobre las relaciones personales con el fin de que dejemos de afrontarlas a ciegas.

Podemos pensar que no somos especialistas de todo, y que es en ese modo amateur como funcionamos en la mayoría de los ámbitos de nuestra experiencia cotidiana. Pero no es así. A despecho de todo lo críticxs que seamos con nuestro modelo educativo, (y yo lo soy mucho), incluso entendido en el sentido más general, debe decirse de él que al menos aspira a ofrecer a cada persona los rudimentos necesarios para entender el mundo en el que vive. Por eso se hace una selección (sesgada) de materias, que deja de lado a las que considera superfluas, y por eso las materias se presentan con una programación, que filtra y ordena (sesgadamente) el conocimiento según su importancia para la vida.

Como bien sabemos, en esa selección las relaciones no aparecen por ningún lado. Y salta a la vista que no son precisamente ni un tema baladí, ni uno que vayamos a necesitar sólo de vez en cuando, ni uno en el que los problemas brillen, precisamente, por su ausencia.

No en un sitio, sino en muchos, he explicado lo que pienso del funcionamiento de la ideología del amor, y de cómo ella se apoya en esta falta de formación para perpetuarse y para alcanzar su objetivo de control social afectivo, reproductivo y, sobre todo, intelectual: no enseñes cómo funcionan las relaciones y conseguirás que la gente se pase el resto de su vida pensando en ellas.

Esa necesidad de analfabetismo relacional explica su ausencia, no sólo del sistema educativo obligatorio, sino incluso de la formación superior. La educación relacional no existe, porque si existiera nos relacionaríamos desde algún tipo de racionalidad, y ella representaría una amenaza para nuestro sistema relacional, basado en el impulso amoroso, en la locura romántica, en el rapto emocional, en la corazonada y, en última instancia, en la derrota y la impotencia.

Si hubiera educación relacional está claro que ésta procuraría también reproducir el sistema relacional, pero para ello necesitaría hacernos pensar sobre las relaciones, y eso sería muy peligroso. 
La orientación relacional pretende suplir esta carencia. Y lo hace como lo hace cualquier estudio: proporcionándonos, como primera herramienta, algo que nos permita, cuanto antes, abandonar el extravío y empezar, precisamente, a orientarnos. Mi primer objetivo con las personas que me eligen como orientador relacional es proporcionarles un mapa que les sirva para saber dónde están.

Necesitamos, para abandonar el caos, entender dónde estamos con respecto a nuestra biografía sexosentimental. Necesitamos también entender dónde estamos con respecto a las personas que nos rodean, e incluso con respecto a la cultura social a la que pertenecemos. Y necesitamos entender dónde estamos con respecto a la evolución relacional de dicha cultura.

Esta última necesidad de comprensión hace a la orientación especialmente urgente, porque nuestra cultura atraviesa una profunda crisis en su sistema relacional. Ella, la cultura, no nos lo va a decir, claro. Nos va a decir que estamos donde siempre se ha estado, porque las relaciones son de una manera determinada, como dios manda, y que nuestros problemas, ésos que tenemos siempre o casi siempre, incluso ésos que acabamos descubriendo que tiene todo o casi todo el mundo, son problemas personales, y que la culpa es nuestra.

Pero no lo es. Nos encontramos en un momento de plena incertidumbre, donde el modelo relacional tradicional se viene abajo, y donde las alternativas, ni están claramente definidas, ni sabemos si son verdaderas alternativas o trampas peores que la ruina de la que queremos escapar.

No vamos a perecer si no aprendemos cómo funcionan las relaciones. Pero nos va a ir mucho peor, como nos irá mucho peor con cualquier cosa que necesitemos, si no aprendemos a usarla bien, especialmente si, como el sistema relacional, la encontramos ya rota. Esta “cosa” la necesitamos mucho, muchísimo. Cabe plantearse incluso si no es la que más necesitamos, e incluso si no será porque es la que más necesitamos por lo que nunca nos dicen que tenemos que aprenderla. 

Nuestra educación relacional es imprescindible. Otra cosa es qué medios utilicemos para desarrollarla, y si pasan por solicitar los servicios de un/a orientador/a.

CONTACTO

3 comentarios:

monica dijo...

Y dónde sugieren aprender a sobre la orientación relacional? algun curso específico(s)?

israel sánchez dijo...

si haces clicas en el icono del corazón, al final del texto, puedes acceder a la información de las sesiones o ponerte en contacto directo conmigo.
este año habrá también talleres on-line y presenciales.

Juan dijo...

Concuerdo totalmente con este post. Hace muchos años que abogo porque haya AL MENOS un poco de educación (orientación) emocional en nuestras aulas. Es claro desde que lo planteó Goleman en su ya famoso libro "Inteligencia Emocional" que sin un autoconocimento y orientación de esa nuestra parte emocional, las relaciones inteligentes tampoco son posibles.
Hace apenas unos días vi un programa que ahondaba en el método educativo de Finlandia.
¡AL FIN!, me dije. Un sistema público, obligatorio, gratuito, universal, que se enfoca específicamente en las relaciones. Allí no se "califica" al estudiante por su desempeño en cada materia, sino por la forma en que participa y se relaciona con su grupo para resolver problemas comunes... ¿Podéis creer?
El estudiante, sotienen, no va ser exitoso por su mayor o menor conocimiento de la matemática, la física o la química. Lo será por su mayor o menor interrelación con su entorno y sus colegas para resolver juntos problemas de todos.
Si, esto también lo plantea Gardner en su teoría "Inteligencias múltiples", hace más de 50 años. Pero nuestras "autoridades educativas" viven en el siglo XIX.