lunes, 31 de julio de 2017

¡hablamos de ligar!


Hoy en el recreo les pregunté a mis compañeros si ligaban.

Estaba preocupado, porque no ligo, y quiero ligar, pero no sé cómo hacerlo y no sabía si a ellos les pasaba lo mismo, así que les pregunté.

-¡Mira éste con lo que sale! ¡Pues claro que ligo! Todo el mundo lo sabe – contestó Damián. Y es verdad, porque es bárbaro ligando. Liga siempre con las chicas más guapas, y todos lo sabemos.
-¿Y los demás? –dije yo.
-¿Qué pasa con los demás? –contestó Benito. No entendí esa pregunta, porque acababa de hacer yo la mía, pero se la repetí igualmente.
-Pues claro que ligamos. ¡Yo ligo todo lo que quiero! –dijo Benito.
-¿Tú? –preguntó David-. ¡Pero si tú no has ligado en la vida!

Entonces Benito le dio un puñetazo y a David le salió sangre de la nariz. Son tremendos los puñetazos de Benito. Todo el mundo sabe eso también, porque todos hemos recibido alguno alguna vez. Lo de que Damián liga no lo sabemos porque haya ligado con nosotros, claro, aunque también lo sabemos. Diría que lo sabemos tan bien como lo de los puñetazos de Benito.
-Yo también ligo –dijo Amadeo-. Los altos siempre ligamos. En todas partes donde estés notas que las chicas te están mirando.

Yo no sabía que Amadeo ligaba, pero es verdad que es el más alto de todos, aunque tiene las piernas un poco arqueadas, y siempre parece que estuviera agarrándose al suelo con los dedos de los pies para no desequilibrarse.

-Yo podría ligar si quisiera, porque sé mucho. –dijo Adolfo-. Y es verdad, porque tiene los mejores resultados y siempre es el mejor en todo-. Pero sería abusar. Además, tendría que perder tiempo y mis resultados empeorarían.
-¿Y tú? –le pregunté a Vicente, porque Vicente es manco, y pensé que quizás eso no les gustara a las chicas.
-¿¡Por qué me lo preguntas?! ¡¿Sólo porque soy manco no voy a poder ligar?! ¡¡Yo ligo como todo el mundo!!

Por último pregunté a David, que tenía aún un poco de sangre en la nariz, pero me dijo que si quería un puñetazo y entendí que él también liga.

Como me quedé un poco preocupado fui a buscar a Manuela para preguntarle si las chicas también ligaban. Manuela es genial, porque es mi mejor amiga chica, y puedo hablar con ella de cualquier cosa.

-Claro. Para una chica es muy fácil ligar –me dijo-. Pero no todas quieren. Por ejemplo, Delia dice que prefiere no ligar, porque los chicos son imbéciles y está bien sola. Y a Begoña sólo le gusta Damián, así que no le apetece ligar con nadie más. Pero Rosaura, por ejemplo, que le gustan todos, liga todo el rato. Luego llora cuando la dejan, pero no pasa nada porque siempre consigue otro. Berta también liga mucho, porque tiene la suerte de que le gustan los chicos feos y, claro, con los chicos feos es muy fácil ligar. Y luego está Marimar, que no liga, pero dice que es porque no encuentra al chico adecuado, pero que tiene oportunidades. Y será verdad, porque una chica siempre tiene oportunidades.
-¿Y tú? –le pregunté.
-¿Qué? –me dijo. Y me acordé de que Benito tampoco había recordado la pregunta aunque estábamos hablando de ella.
-¿Tú ligas?
-¡Pues claro que ligo! –contestó. –Para una chica es muy fácil ligar-. Y me creo de verdad que Manuela ligue, porque conmigo, por ejemplo, podría ligar cuando quisiera.
-¿Y por qué crees que no ligo yo?
-Pues porque habrás tenido mala suerte. Tú no te preocupes, ya verás como empiezas a ligar pronto. Todo el mundo liga. No hay ninguna razón para que no ligues tú. Seguro que en realidad sí que ligas, pero ni siquiera te estás dando cuenta.

Entonces sonó la sirena y terminó el recreo.
Yo subí mucho más tranquilo a clase, porque ahora ya sé que no es que me pase nada, sino que ha sido una casualidad. Incluso me sentía ilusionado, porque lo más seguro es que ligue enseguida, y tengo tantas ganas de hacerlo que creo que voy a pasármelo muy bien y a disfrutar mucho en los próximos tiempos.

Tan ilusionado estaba que las siguientes clases me salieron muy bien y los alumnos estuvieron atentos y en silencio, no como normalmente, que parece que tuvieran no sé qué intranquilidad, o insatisfacción, o falta de algo que no supieran qué es, pero que les impide centrarse.


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