viernes, 9 de septiembre de 2016

desmontando la "honestidad" poliamorosa.


Cada vez más, los discursos no monógamos establecen su moral en torno a esa virtud llamada “honestidad”.

Sin tener nada contra ella en términos generales, quiero sin embargo hacer una observación crítica contra ese tipo de honestidad al que viene recurriendo la no monogamia.

La honestidad no monógama ha derivado de la veracidad monógama a través de la exigencia poliamorosa clásica de que las relaciones con otras personas fueran conocidas por la pareja principal.

Una diferencia clave entre el poliamor y la infidelidad era, como sabemos , que en el poliamor todo se sacaba a la luz, y sólo lo que era aceptado de común acuerdo se llevaba a cabo, mientras que en la infidelidad todo se ocultaba, y se llevaba a cabo todo cuanto se podía, especialmente mientras la verdad no se supiera. En definitiva, el poliamor trueca consentimiento por información: confiesa todo lo que quieres hacer y, a cambio, obtendrás una parte de ello libre de culpa.

Esta obligación a contarlo todo impuesta en el poliamor es cuestionada por versiones menos jerárquicas del mismo, que lo consideran no sólo una tortura innecesaria, sino una prerrogativa de la persona poliamorosa para penetrar la intimidad de su pareja de forma invasiva y vigilante.

Es frente a esta vigilancia como surge la honestidad en tanto que virtud moral principal. La honestidad viene a sustituir a la veracidad como una forma indefinida y subjetiva de ésta: no tengo la obligación de contarte todo; tengo la obligación de que mi conducta sea tal que, si un día te la cuento, el relato no me abochorne.

Mi intención no es, ni mucho menos, reivindicar una vuelta a la veracidad monógana (ni poliamorosa). Mi intención es, precisamente, recordar la genealogía de esta honestidad que utilizamos, y recordar que seguimos contextualizadxs en el ámbito de la moral de la verdad, y no en el de la justicia.
Decir que debemos ser honestos sigue siendo, ante todo, decir que tenemos que ser veraces. De un modo atenuado, el gamos sigue imponiendo la verdad como virtud principal. ¿Por qué? Porque el gamos es un contrato entre enemigxs que debe ser vigilado. O, dicho de otra manera, el gamos es la fijación de unas condiciones de desigualdad o de aspiración a la desigualdad, que sólo prosperarán en la medida en que la parte empoderada pueda supervisar a la desempoderada. El gamos, como todo contrato, en definitiva, no aspira a ser justo, sino a ser fuente de legitimidad, es decir, a ocupar el lugar de la justicia. Para que esa nueva justicia gámica sea eficaz hace falta comparecer verazmente ante el tribunal del gamos.

Vayamos a la enunciación abstracta: si para esta moral la honestidad es lo primero, entonces es más importante ser honestx que justo, y una injusticia será aceptable en la medida en que se haya realizado en el marco de la honestidad (en la medida en que se informe de ella verazmente, por ejemplo).

Si mi pareja principal establece una pareja secundaria y soy puntualmente informado de ello, poco importan las condiciones materiales en las que eso me deje (más o menos cuidados o disponibilidad de otras parejas). Del mismo modo, si con respecto a esa pareja, yo desarrollo celos, la honestidad me da derecho a expresarlos, independientemente de que las consecuencias de la presión que estos celos ejerzan sean injustas para mi pareja o para su pareja secundaria.

Como se ve, las relaciones “honestas” no contribuyen particularmente al fin de la competitividad entre las personas que mantienen una relación, sino que reglamentan esa competitividad y someten ese reglamento al marco de la vigilancia de lo verdadero. Podemos ser injustos y acabar nuestra partida de ajedrez con muchas más piezas que la/el adversarix, siempre que nuestros movimientos estén reglados.

Se dirá que mejor esta regla que nada, pero la respuesta es que cualquier regla universal no compensatoria aplicada a un desequilibrio es susceptible de ampliar el desequilibrio (ya que reduce las posibilidades de actuación y, por tanto, amplía la importancia relativa del desequilibrio).

Hay que decirlo con esta crudeza: la regla universal, igual e indiscrimiada, es ventajosa para quien posee una ventaja previa, y desventajosa para quien se encuentra previamente en desventaja. Y ésa es la situación entre prácticamente cualquier par de personas.

Así, lo honesto, si queremos hacer uso de la acepción más general del término, no es imponer reglas universales, tanto da si es la verdad o la honestidad (dando por hecha la mítica igualdad a priori de la pareja) sino utilizar en todo caso reglas compensatorias( o directamente, aceptar que la persona en desventaja tiene un margen de legitimidad a la hora de saltarse esas reglas).

El problema es que una regla compensatoria no es, como las otras, un cliché aplicable a cualquiera, sino que requiere un aceptable conocimiento de aquello que pretende compensar. Conocimiento que, normalmente, no tenemos.

La honestidad no mnonógama, por lo tanto, no es tal, sino honestidad dentro de un paréntesis de existencia que obvia las condiciones en las que esa honestidad se exige. Por ello, mucho más prudente y más justo es dejar a cada quién actuar según su propio criterio de honestidad, y contribuir a que esta honestidad confluya con la nuestra a medida que ambas se van entendiendo mutuamente.

Es así como actuamos cuando no hay sexo de por medio. Analizando mucha información y exigiendo muy pocas explicaciones. Y es así como debemos actuar cuando el sexo aparece. No porque tengamos que asumir que las relaciones no implican responsabilidad para con nadie, sino porque la primera responsabilidad es, precisamente, entender quién es esa persona a la que le pedimos que se responsabilice de nosotros, no vaya a ser que seamos nosotrxs quienes tenemos que responsabilizarnos de ella.

Y que nos cuente de su vida lo que tenga a bien contarnos.


6 comentarios:

Unknown dijo...

Fabuloso post. Justo lo leo en esta etapa donde "no querer saber todo" me trae bastantes beneficios. Y es que el exigir y ejercer la "absoluta honestidad en pareja", como bien plantea el post, puede convertirnos en invasores de la privacidad del otro; o también que nuestra tranquilidad dependa de la honestidad que el otro me pueda ofrecer.

También me parece rescatable el hecho de entender que los parámetros de honestidad que manejamos cada uno dista de los parámetros de la otra persona. Bien recuerdo una frase de mi amiga Adriana "Tú intentas juzgar con "objetividad" la mentira de la otra persona, sin embargo no puedes ver que la juzgas bajo el parámetro de tus propias necesidades."

Unknown dijo...

Hola! me encantó el post. Bastante crítico... pienso que en este intento de deconstrucción en el que estamos es fundamental el ejercicio arqueológico para identificar moralidades heredadas de las formas amatorias que queremos derrocar.
Muy potente el análisis de la reproducción de los desequilibrios.
Sólo me inquieta algo; Das por hecho que siempre hay un desequilibrio en la relación y supongo que te refieres a la desigualdad de género (hombre-mujer), pero... que tal si la mujer es mayor, o si ella es blanca y él negro... o si es pareja homosexual. ¿Cómo determinar quien es el aventajado de la relación?
ahh y no entiendo bien la noción de reglas compensatorias.
Saludos y felicitaciones

israel sánchez dijo...

muchas gracias por vuestros comentarios y vuestras valoraciones.
la coincidencia exacta entre dos cantidades al azar tiene una probabilidad de realizarse infinitamente pequeña, de modo que lo normal es que exista alguna desigualdad, por reducida que sea.
La desigualdad de género estructura a las restantes porque la pareja está concebida como el encuentro entre dos personas pertenecientes a dos grupos de diferente poder llamados mujeres y varones. Pero en cualquier ámbito lo normal es encontrar algún tipo de diferencia de poder, o de múltiples deferencias en favor de una y otra parte, cuyo resultado conjunto no es el cero exacto.
En cualquier caso, junto con la diferencia de poder, aparece la tendencia a la diferencia, exaltada por el carácter posesivo-competitivo de la pareja, que hace que las diferencias de poder circunstanciales sean propensas a estabilzars o que las pequeñas diferencias se acentúen.
Determinar quién es la persona aventajada implica analizar cada uno de estos espacios y, por supuesto, no nos da un resultado matemático salvo en la simplificación que hacemos para explicar esas comparaciones.
una regla compensatoria es aquella que equilibra una diferencia de poder. Por ejemplo (y es un ejemplo muy burdo): si yo tengo dos relaciones fuera de nuestra relación y tú no tienes ninguna será una regla compensatoria que dedique parte del esfuerzo que realizo en mejorar mi red relacional a mejorar la tuya.

Anónimo dijo...

Un post muy interesante además de estimulante, aunque quedan unos pequeños vacíos o presupuestos en el.

Se confunde la condiciones necesarias con las suficientes, la honestidad es una condición necesaria de la verdad(por la misma definición de verdad) pero no así suficiente ya que no cumple todas las condiciones que requiere la verdad(coherencia, correspondencia, lógica, adecuación empírica, etc) el problema a mi ver, y es en donde se confunden categorías, si bien la honestidad,bien como se señala en el post, puede convertiste en una especie de manipulación por la voluntad del poder (celopatas por ejemplo) se confunde con su relación con moral y como esta juega un rol fundamental a la hora de descubrir la verdad. Justicia no es sinónimo de moral pero podriamos en cierto modo decir que un derecho fundamentado en la moral haría justicia. Concuerdo con G. K. Chesterton en que es incoherente el . concepto de amor libre dado que amor implica el estar comprometido a una persona voluntariamente(no control de una sonre otra claro esta) pero decir que se puede tener una relación libre en base a los propios cánones subjetivos de honestidad es equivalente a decir que cada uno debe tener en una relación canones subjetivos de justicia lo cual implica una contradicción con el concepto de moral, amor y verdad hasta incluso con la misma justicia.

Con afán de contribuir Al conocimiento y el pensamiento crítico.
Un post muy estimulante, muchas gracias.

israel sánchez dijo...

muchas gracias por tu comentario.
es probable que no haya sido claro en este punto, porque es la segunda vez que alguien me lo señala. mi propuesta no es que nos relacionemos según cánones personales y diferentes de justicia, sino que, dado que partimos de ellos, nos relacionemos en la medida en que confluyamos progresivamente en esos cánones o, al menos, en que los encontremos compatibles.
es la diferencia entre partir del gamos (relación altamente construida a priori) y desarrollar las relaciones progresivamente y en la medida en que éstas sean viables. El acelerador pasa del diálogo para el acuerdo al diálogo para la determinación racional de responsabilidades.

Anónimo dijo...

Este tema me interesa bastante (aunque esté familiarizado con la terminología, lo digo por lo que diré del "gamos"). El poliamor me parece un peldaño necesario en la evolución de las relaciones sexuales humanas, aunque yo mismo no me vea capaz de disfrutar de ese tipo de relaciones.
Creo que esto es precisamente a lo que te refieres, en mayor o menor grado, cuando hablas de la subjetividad de los criterios establecidos en una relación.

Y digo "creo" o "quiero pensar", porque me resulta terriblemente complicado discernir el mensaje de lo que escribes o lo que quieres escribir. Tu texto parece ser profundo y complejo y juega con numerosos conceptos, casi tan ambiguos como tu estilo (aunque he de decir que más que ambiguo es incoherente).

Haznos (hazte) un favor y dedícale algo de tiempo a mejorar tu redacción, como mínimo a prestar atención a lo que significan las palabras que empleas (yo me responsabilizo de mis acciones, no de mi pareja).
Tonterías como las minúsculas a comienzo de párrafo (tus comentarios son parte de tu blog), o incoherencias de estilo como el género en "es más importante ser honestx que justo" (me ahorraré las críticas a las X) no impiden la comprensión pero distraen lo suficiente cuando uno está ocupado intentando entender, por ejemplo, el párrafo anterior acerca del gamos (mi bagage cultural y una búsqueda en google indican que esta palabra, que hasta hoy sólo había visto como morfema, significa "unión sexual" o "matrimonio"):
El gamos impone la verdad, porque es un contrato entre enemigos que debe ser vigilado (defines "gamos" como un contrato... ¿ENTRE ENEMIGOS? ¿El gamos debe ser vigilado? ¿Se escribe en un papel y lo vigilas? ¿Se escapa? ¿Se impone a sí mismo? ¿Los contratos no son de mutuo acuerdo? etc.), dicho de otra manera, (los dos puntos [:] existen por una razón) es la fijación de (permíteme parafrasear) unas condiciones que prosperarán (¿cómo prosperan unas condiciones?) cuando el empoderado (¿se le atribuye el poder sobre el gamos a una de las partes? Esto sí que es nuevo) pueda supervisar al desempoderado(al menos das a entender que la parte perjudicada tenía poder antes de rencunciar a él en el gamos-contrato).
O lo que yo entiendo hasta ahí después de deducir un significado... coherente a partir de lo que escribiste: el hecho de considerarse pareja (gamos) significa autoimponerse un tipo de relación (contrato) que sólo funciona (¿prosperará?) estableciando una desigualdad en la que la parte beneficiada (empoderada) pueda oprimir (supervisar) a su víctima (desempoderada).
Y dicho esto, eso es la razón, según tú, por la que "el gamos impone la verdad como virtud principal" (¿la verdad es una virtud? ¿No será "honestidad"?).

En fin. Después de releer la versión "coherente", prefiero pensar que realmente no sabes expresar tus ideas en absoluto, porque todo indica (incluso mi impresión global inicial) que o no sabes qué es una relación o que tu idea de "relación" es la propia de un maltratador.

En serio: redacción.

TL/DR: Aprende a escribir o se te verá el plumero/parecerás un maltratador.