lunes, 30 de diciembre de 2013

48 horas (escasas)


2014 nos va a traer una puerta de salida al punto muerto en que se encuentran nuestras relaciones amorosas. Hace mucho que este laberinto nos confunde y nos aburre, y si lo seguimos recorriendo es porque intuimos que quedarnos quietos es todavía peor. El amor nos desespera, nos atrapa en la carrera tras una zanahoria que sólo probamos de vez en cuando y que no sirve ya para reponer todas las fuerzas desperdiciadas. El amor nos obnubila, nos atonta, nos animaliza, nos vuelve triviales y mezquinos, nos dedica a fines egoístas, vacíos, pequeños, que nos aíslan de todos porque sólo nos importan a nosotros. El amor nos agota y nos consume, sólo para conducirnos de nuevo al punto de inicio; para acabar diciendo “me equivoqué”, “no mereció la pena”, “estoy sola”.

Faltan 48 horas para que nos podamos quitar los cascos con forma de corazón y descubrir que nuestros pulmones ya están preparados para respirar en el exterior.

Cuando nos quitemos esos corazones de la cabeza, esas cabezas con forma de corazón, veremos que no quedamos decapitados, sino liberados para relacionarnos directamente con el entorno.

                Aparecerán nuestras cabezas verdaderas, con ojos verdaderos, verdaderas orejas, nariz y boca. La información llegará cristalina al cerebro y éste procesará un pensamiento que podrá expresarse sin necesidad de atravesar la membrana distorsionante del corazón. No serán ya esos mensajes ruidosos, oscuros y homogéneos los que nos enviemos, esos retumbes, esos ecos rebotantes y siniestros.

Dentro de 48 horas podremos empezar a balbucear el lenguaje de la comunicación. Eso que los cardiocéfalos llaman “el lenguaje del corazón”, porque para ellos todo es del corazón, y que, en realidad, es el lenguaje de todo.

Pensemos qué querremos decirnos. Preparémonos para decírnoslo todo, porque ahora nos lo vamos a poder decir.

 

 

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