lunes, 8 de agosto de 2011

protocolo. PARTE 1. ¿y qué vas a hacer?

             Ya sabemos que el amor merecerá la pena sólo si nos hace felices. Además, nos hemos liberado de algunos prejuicios que nos impedían imaginar un amor que nos fuera bien. Incluso hemos descubierto que, cuando atacan nuestras invenciones, suele ser defensa suficiente el pedir argumentos.
            Hombre, estamos mejor que estábamos, digamos “más sueltos”, pero…

            Eva conoció a Víctor hace poco más de un mes. A la semana sabían que se gustaban y a las dos se lo habían hecho saber y actuado en consecuencia. Desde entonces se habrán visto… no sé, cinco veces. Todo bien, agradable, sin sobresaltos, sin dificultades y sin intercambio de grandes frases. Eva está contenta, tranquila, satisfecha, y es consciente de que parte de esos sentimientos se los debe a su trato con Víctor. Así que cuando se encuentra con Marta, pues se lo cuenta.
            - ¿Y qué vas a hacer?
            - ¿De qué?
            - Con esto.
            - Pues no sé. ¿Qué se supone que tengo que hacer?
            - ¿Vas a pasar a algo más serio?
            - No me lo he planteado, la verdad.
            - ¿Y él qué dice?
            - No dice nada.
            - ¿Por  miedo?
            - Ni idea. Puede ser. ¿Tú crees?
            - Es posible. Estas cosas asustan al principio.
            - Ya…
            - ¿Tú te sigues viendo con Tomás?
            - Alguna vez.
            - Pero prefieres a Víctor.
            - Supongo que sí.
            - Entonces, cuanto antes cortes lo de Tomás, mejor. No te la juegues.
            - Uff…
            - ¿Sabes si él está con alguien?
            - No. Vamos, que no lo sé.
            - Puede que el problema sea ése.
            - Puede.
            - Habladlo. Aclarad las cosas. Las decisiones, cuanto antes se tomen, mejor. Si no, podéis estropear algo muy bonito.
            - ¿Tú crees?
            - Claro tía. Y tú también. Sabes perfectamente lo que te toca, Eva. No le hagas daño.

            Eva tiene la sensación de que Marta ha olvidado un paso, de modo que lo da ella, confiando en su buen criterio a la hora de interpretar las normas.
            - Tomás, tengo algo que decirte.
            - Eso suena fatal.
            - Supongo que sí. Me gustaría que dejáramos de vernos.
            - ¿Puedo saber por qué?
            - He empezado una relación.
            - (Resoplido) No me habías dicho nada.
            - No… No hace mucho. Sólo un mes.
            - ¿Llevas un mes con otra persona?
            - En realidad no estamos juntos. Quiero decir, que no somos pareja.
            - ¿Os acostáis?
            - Sí, claro.
            - (Resoplido) Y no estáis juntos.
            - A ver…
            - ¿Quieres decir que os acostáis cada uno en vuestra casa?
            - Tomás…
            - ¿O tú conmigo y él con otra?
            - Estamos juntos.
            - No le has dado una oportunidad a lo nuestro.
            - Nunca dije que fuera a hacerlo.
            - Tampoco dijiste que no.
            - …no, tampoco lo dije.
            - Las cosas no se hacen así, Eva.
            - Ya… Ya lo sé.
            - Hemos estado compartiendo todo. Éramos como una pareja.
            - Nunca dije que fuéramos pareja.
            - (Resoplido)
            - …tampoco dije que no lo fuéramos.
            - Me haces muchísimo daño, Eva, muchísimo.
            - Tomás…
            - No juegues más con la gente.

            Bueno, camino despejado. Ha sido duro, pero parece que Eva tenía una lección que aprender. Había algunas normas cuya ignorancia la convertían en alguien peligroso, a pesar de su buena voluntad. En el futuro lo hará mejor. Y tiene una alegría que darle a Víctor.

4 comentarios:

El antipático dijo...

Está bien puesto el nombre de Eva. Sólo la primera mujer necesita que le digan lo que con un buen monólogo interior nos decimos todos. Pero la conclusión es existencial y no mitológica: el ángel flamígero son los otros...

israel sánchez dijo...

Pobre Eva. La intención es que represente la buena voluntad. El "monólogo interior" no acaba ahí. Y no será precisamente coherente ni angelical.

israel sánchez dijo...

Bueno, diría que todos somos todos, incluido Evas. Todos somos novios, exnovios, amigos y... bienintencionados. Es curioso como simultaneamos la ideología de la identidad personal con la práctica del menú estandar de roles.
"Curioso" no sé si es la palabra.

israel sánchez dijo...

Bueno, diría que todos somos todos, incluido Evas. Todos somos novios, exnovios, amigos y... bienintencionados. Es curioso cómo simultaneamos la ideología de la identidad personal con la práctica del menú estándar de roles.
"Curioso" no sé si es la palabra.