lunes, 8 de mayo de 2017

el laboratorio erótico de Sofía: LA AMIGA DE SOFÍA


Recibo un inesperado wsp de Sofía: “ven. Quiero presentarte a alguien.”

“Inesperado”, unido a “de Sofía” es un pleonasmo. Un pleonasmo es una figura retórica consistente en añadir palabras innecesarias cuya función expresiva es el énfasis. Pero es que los mensajes que recibo de Sofía son inasequibles a la generalización. Incluso bajo la categoría de “inesperado”. Da igual que ya sepa que me van a sorprender. Aun así, siempre me sorprenden.

“Ok”, es mi insulsa respuesta. Si cualquier otra persona me dijera “quiero presentarte a alguien” le contestaría “¿por qué?” y, respondiera lo que respondiera, crearía un colchón de seguridad entre la petición y su satisfacción diciendo “hoy no puedo”. Pero si Sofía me propone algo todo lo que pueda retenerme se vuelve de papel. Una propuesta de Sofía cambia automáticamente mi disposición anímica como si se pulsara un botón. Son mis propias tareas las que parecen indicarme que la mejor manera de realizarlas es abandonándolas por algo de lo que sólo conozco la fuente.

Antes de comprometerme con ello, ya lo estoy haciendo.

“Ok”, le digo. Pero no hace falta. Eso sí que es un pleonasmo.
Cuando llego al lugar acordado Sofía ya está allí. Ella y Diego, un conocido de ambxs por quien no siento especial simpatía. Hay una cuarta persona, a la que me presenta como “Fredi”. De modo que Sofía va a aprovechar para que Diego también le conozca. Bueno.

Pero Fredi no es el objeto de nuestra cita. O eso nos cuenta Sofía, a saber con qué intención. Nos dice que Carla, una gran amiga suya, está a punto de aparecer, que hacía tiempo que no venía a Madrid, y que quería aprovechar para presentárnosla. “Sé que os va a gustar”, nos dice.

Apenas cinco minutos después aparece Carla. Está claro que es una mujer interesante y de carácter absolutamente encantador. Está claro, porque Sofía ha dicho que nos va a gustar, y es evidente que no podía referirse a su aspecto. No describiré ese aspecto, pero cuando toma asiento junto a la anfitriona, el contraste es extremo. No es que Carla me genere ningún tipo de repulsión. Es, simplemente, que, ante ella, el deseo se ausenta. Nada que ver con lo que me pasa cuando miro a Sofía.

Estoy seguro de que no soy el único que está pensando algo parecido. Y estoy seguro de que Sofía es consciente, porque de vez en cuando reorienta la atención del grupo sobre Carla. Efectivamente, no sólo es interesante y sensata, sino que combina la empatía con el protagonismo en dosis perfectas. Carla nos ha convencido sin esfuerzo de que valía la pena conocerla. Eso hace que la diferencia de atractivo destaque aún más, porque ahora es prácticamente la única diferencia.

Pero Carla tiene que irse. Es muy probable que haya más gente por la que tenga que ser conocida, de modo que se despide afectuosamente y lxs tres convocadxs nos quedamos solxs con Sofía. Lxs tres a solas con Sofía.

“Ofrezco sexo al primero que sienta deseo por Carla”, nos dice.

Nos lo ha comunicado como quien informa de que tiene que ir al servicio. En cualquier otra situación, con cualquier otra persona, habrían surgido risas nerviosas. Pero aquí, nosotrxs, con ella, nos hemos saltado esa fase y pasado directamente a mirarnos con mutua desconfianza.

Comprendemos que acaba de empezar la parte práctica del ejercicio. Y es una competición.

-¡Un momento! ¡Un momento! ¡Un momento! – interrumpo, sea lo que sea, aquello que está teniendo lugar - ¿Quieres decir que la condición para acostarte con nosotrxs es que nosotrxs nos acostemos con Carla?
-No.

Nos seguimos mirando lxs tres. No podemos dejar de mirarnos. Estamos atadxs a mirarnos, lxs unxs a lxs otrxs.

El idiota de Diego es el primero que salta:
-¡Ya está! ¡La deseo! – afirma con convicción.
-¿Por qué? – pregunta Sofía, como si hubiera estado esperando exactamente esa declaración.
¿Ahora qué, idiota? Vamos, Sofía. Machácalo.
-Porque es una mujer muy interesante. Siento deseo. En serio.

Diego sólo ha hablado para poder dejar de hacerlo. Ni siquiera buscaba convencer. Sólo escapar. Ningunx le ha contestado. Sofía ya lo había hecho. Su “¿por qué?” era más que suficiente.

Ahora nadie mira a nadie. Todo el mundo parece mirarse a sí mismx. Todo el mundo escarbando en el pozo de su deseo en busca de Carla, para poder encontrar detrás a Sofía. O construyendo algún tipo de engendro estratégico, allí, en el fondo de su pozo.

Entonces habla Fredi. Con mucha serenidad. Como si la serenidad fuera su verdadero mensaje.
-Deseo a Carla. Es normal que la desee. Lo he pensado despacio y, sí, por supuesto que su cuerpo no me llama la atención a primera vista. Pero sé que eso después me dará igual. Que ese cuerpo se llenará de significado porque el significado ya está en ella y se asociará poco a poco a su cuerpo. Así que sí: la deseo. Me parece lo más sencillo del mundo. Y si no nos lo hubieras propuesto en estas condiciones tarde o temprano la habría deseado.
-¡¡¡¡¡No, no, no, no, no!!!!! – vuelvo a interrumpir. – ¡Vamos a ver! Aquí se están produciendo cosas que… ¡No, no, no! Esto no es así. O sea, la idea está bien, pero esto no es así. ¿¡Dónde está la legitimidad de todo esto!? ¿Qué sentido tiene? Es que hay mil cosas… Se me ocurren mil cosas que decir. ¡Sofía, no lo has planteado bien! ¡…objeciones! ¡Eso es! ¡Tengo mil objeciones!
-Israel – dice, mirándome profundamente, y su mirada me calma como si yo fuera un cachorro al que cogen por la nuca. Me sonríe afectuosamente - Eres lento.

_
Regreso a casa con un desasosiego sexual parecido al de otras veces. No sé si siento indignación, sincera curiosidad intelectual, o simplemente estoy excitadísimo. Mi cabaza, eso sí lo sé, hierve con cada detalle de lo que acaba de pasar. Se encuentra en modo “Sofía”. “Velocidad Sofía”.

Y soy lento.

No entiendo cómo se puede correr más. Cómo se puede gestionar esa situación en unos minutos. Todavía me es imposible obtener una idea clara de las implicaciones éticas, no sólo para cada unx de lxs tres, sino para la propia Sofía. Y, por supuesto, para Carla. La había olvidado por completo. ¿En qué ha consistido esa presencia? ¿La había preparado con Sofía? ¿Era todo una actuación?

Busco en mi memoria pistas que me puedan dar una respuesta, y me retrotraigo al momento en el que ha llegado. Su aparición adquiere ahora un carácter perturbador, y tengo la sensación de estar mirándola más en mi recuerdo de lo que lo hice cuando el recuerdo se formó. Llego al momento en el que se sienta junto a Sofía y encuentro que algo ha cambiado con respecto a lo que esperaba. Ambas están unidas ahora por un vínculo nuevo. Aquella neta diferencia, entre alguien que atrae y alguien que no, ha desaparecido…

“Sin hacer trampas”, pienso, mientras me reclino contra la ventana del vagón, y dejo que la satisfacción me inunde. Mientras disfruto de la experiencia sexual que Sofía acaba de regalarme.


5 comentarios:

Anónimo dijo...

Me pregunto por qué me resulta tan antipático el personaje de Sofia

israel sánchez dijo...

pues no eres la primera persona que me lo dice. si das con la respuesta te agradeceré mucho que la compartas conmigo.
por otro lado, no sé si no es así como debería caer.

Anónimo dijo...

No entiendo...
¿Por qué desaparece la "barrera" que separa a Sofía y su amiga?

israel sánchez dijo...

por asociación.
sofía ha establecido un vínculo entre su atractivo y el de carla, del mismo modo que su propio atractivo se ha construido mediante asociaciones.

Anónimo dijo...

¿La opinión de Carla importa algo aquí?