lunes, 1 de junio de 2015

la clave contra los celos: el arte de establecer expectativas razonables


La clave para convertir el infierno de los celos en una indignación que contribuya a mejorar nuestras relaciones y nuestra socialización es aprender a establecer expectativas razonables.

Una primera tentativa didáctica de exponer esta habilidad sería decir que consiste en trasladar las expectativas razonables desde el ámbito de aquellas relaciones que no constituyen gamos a las que lo constituyen. Como nuestras relaciones no gámicas no soportan la presión de satisfacer las exigencias del amor, nuestra actitud al valorarlas y juzgar lo que podemos esperar de ellas presenta generalmente una serenidad que, aplicada a aquellas relaciones que son gamos o que amenazan con serlo, puede resultar saludable.

Pero sabemos que la amistad no es tal, sino más bien un no-gamos, es decir, una relación que se caracteriza precisamente por sus limitaciones. No debe extrañarnos, por lo tanto, su actitud reservona. Su referencia nos es útil, pero no del todo ejemplar. Se trata de captar algo de esa serenidad al juzgar (sin caer en lo que a veces es más bien apatía), no de copiar su modelo de relación.
Establecer expectativas razonables no consiste sino en observar la realidad para disponernos de la mejor manera hacia ella. Éste es, seguramente, el movimiento clave: Dejar de mirar al gamos y volver la mirada hacia la realidad. El gamos es una ficción definida y acabada, mientras que la realidad es perfectamente incierta. Tenemos que acostumbrarnos a la paciencia que exige esa incertidumbre. Tenemos que distinguir entre lo que sabemos y lo que no sabemos en las relaciones. Necesitamos abandonar el “querer creer”. En el cambio, recordémoslo, no perdemos nada, porque todo aquello que se quiere creer sigue entrando dentro de lo que no se sabe, con la desinformación añadida de que se cree saberlo.


Vayamos a un ejemplo práctico. Es característico del pensamiento gámico dar por hecho que quien se muestra interesadx en una relación está en disposición de formar una pareja, de establecer un gamos. Sin embargo, son innumerables las circunstancias en las que puede encontrarse una persona con respecto a sus relaciones, y desde prácticamente todas ellas es posible que muestre interés por aumentar la intensidad con otra.

Sabemos que el pensamiento gámico se desliza cuesta abajo a través de los siguientes prejuicios: Quien intensifica una relación hace que ésta se aproxime al gamos y, por lo tanto, expresa una propuesta de gamos (en castellano pedestre: Quien muestra tanto interés, es que algo quiere). De ahí se deriva la segunda presunción gámica, sin fundamento empírico alguno: Quien propone un gamos, lo hace porque está “limpix” de gamos (disponible).

Dejemos a un lado toda la impertinencia e insensibilidad que implica establecer sobre presunciones tan globales sobre otrxs y, normalmente, no ya precipitadas sino, directamente, supersónicas. Lo que nos importa es comprender cómo los prejuicios que impone el gamos han plantado ya la semilla de los celos mediante la generación de una expectativa insensata. La persona supuestamente solicitada de gamos descubre un gamos limpio a su disposición (¡nada menos que alguien sexosentimentalmente cien por cien aisladx!). En el caso de que no esté interesada optará por alguna de las actitudes que se derivan de dicha conclusión, todas ellas tan impertinentes como la conclusión misma (alejarse, “aprovecharse”, buscarle pareja…). En el caso de que lo esté, el gamos propuesto pasa a ser de su propiedad. A partir de ese momento, todo lo que amenace dicho gamos amenazará su proyecto vital, su posición social, y será susceptible de generar celos, porque estará ocupando un espacio que es exclusivamente suyo.

Este es el origen, por ejemplo, de los consabidos “celos de ex”. La/el ex, para el gamos, es una entidad ideal que es eliminada de la vida con pulcritud perfecta. La/el ex no tiene especificidad, no es de ninguna manera, y sólo se caracteriza por su obligación de no dejar rastro. La/el ex real, lógicamente, y con todo lo estereotipadamente gámico que pueda resultar hablar en estos términos, tiene, en el más higiénico de los casos, una larga cola de vida social y psíquica incompatible con el gamos en su acepción más literal. Toda esta huella dejada por nuestras relaciones, incluso en el caso de que deseemos abandonarlas por completo y que nuestras relaciones no pudieron evitar producir, se convierte, por causa de la expectativa insensata, en territorio conquistado por el nuevo gamos, cuyo derecho de posesión es reivindicado mediante los celos.
Como se ve, la expectativa insensata del gamos impide que las emociones discurran por cauces cordiales, y predispone a las personas a depender de realidades que no son más que espejismos del gamos. Si somos capaces de librarnos de estos espejismos habremos recorrido la mitad del camino que nos separa de una utopía: la impermeabilidad a los celos.

Para ello será suficiente con que desarrollemos el hábito de observar atentamente la realidad. Al principio necesitaremos un poco de disciplina, pero pronto nos resultará extravagante haber estado mirando nunca otra cosa.



9 comentarios:

Unknown dijo...

Hola. Esta entrada me ha recordado mucho a la recomendación principal que Virginia Woolf da a las mujeres para que se emancipen: dejar de vivir en el mundo de los hombres y las mujeres para vivir en el mundo de la realidad. Claro que, en su caso, está muy unida a una concepción particular del arte y la vida (o la realidad, creo que en Woolf son lo mismo) que se puede ir pensando poco a poco con sus textos. La vida es una lluvia incesante de átomos, de las que somos espectadoras y en la que reina una gran impropiedad, por decirlo rápido. Entonces, te pregunto, cuál es la realidad aquí, en este mundo de la agamia? Queremos saber! :P Saludos, Carmen.

israel sánchez dijo...

La pregunta está formulada de un modo tan atractivo que me da miedo "tocarla" con una respuesta :).
Cuando hablamos de "expectativas razonables" hablamos de anticipación. Entiendo que preguntas qué es lo verdaderamente anticipable o qué es una anticipación sensata cuando se dan las circunstancias propicias para la formación de un gamos.
Yo diría que hay dos que son fundamentales. La primera es la verdadera probabilidad de formar un gamos (normalmente reducida incluso tras el contacto sexual). La segunda, y más importante, es qué es lo que verdaderamente se puede esperar de un gamos. Si proyectamos sobre el gamos una anticipación realista nos encontramos con una perspectiva poco ilusionante (periodo de entusiasmo, sí, pero casi condenado desde el principio a ser valorado después como error. junto a esto, todos los conflictos y corrupciones privadas que lo acompañan de forma más que habitual).
Sólo desarrollar el hábito de tratar la posibilidad de gamos como lo que la experiencia nos dice que el gamos es, y no lo que nos dice el gamos de sí mismo, ya es un movimiento revolucionario, liberador, y extraordinariamente saludable.
Espero haberme equivocado con la respuesta, de modo que suscite otro comentario.

Unknown dijo...

Hola de nuevo! No creo que te hayas equivocado con la respuesta, pero es cierto que por ahora la realidad del gamos se parece a una definición negativa, es decir, que el gamos no es aquello que dice de sí mismo, que en las relaciones de pareja debería plantearse una duda desde el inicio, que, por lo que dices, en realidad está siempre presente aunque trate de invisibilizarse. Lo que menos me gusta es que en este caso la "realidad" sólo se entiende como el opuesto de la "ilusión". Creo que falta un poco de dialéctica. Cómo podría hacerse? Supongo que habrá que esperar a que la definición negativa se haga aún más radical, se me ocurre. Aunque parezca muy abstracto, creo firmemente que la dialéctica es la manera más realista de entender la vida. Menuda frase me he marcado... En fin, creo que es lo que estoy aprendiendo estudiando a Woolf. Pero tal vez hace falta un poco más de ficción, la realidad no puede ser el rasero bajo de las cosas, si no, estamos mal. Yo te sigo por aquí, a ver si alguna vez puedo contribuir de verdad!

Unknown dijo...

Uff, quería decir la realidad de la agamia, que sería lo que se obtendría negándose el gamos... Escribo demasiado rápido, perdón!

israel sánchez dijo...

si a lo que te refieres es al carácter negativo del principio rector de la agamia (el rechazo al gamos), efectivamente, no es más que una negación.
pero debemos evitar caer en la condena a priori de lo negativo. sabemos que el culto a la positividad es un artefacto cultural de adoctrinamiento emocional para extraer el máximo de motivación y rendimiento en un régimen opresivo (esta frase también es un crimen). y sabemos que algunas de las ideas más liberadoras de la humanidad han empezado con la "a" de "no" (ateísmo, anarquía...).
si te refieres a que dejo a la realidad ágama definirse por defecto, como si al retirar el gamos apareciera sola, bueno, eso sería un error que debe ser subsanado a base de teoría y práctica. queda mucho por hacer.
pero... no olvidemos el poder creativo de la negación. negar el gamos, como negar a dios, nos pone en una situación radical e ineludible que, de por sí, es un torrente de novedad real.
lo primero es saber decir "no". y eso ya es un saber profundo.

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

Sí, mi rollo era "el segundo" :D No pretendía poner en cuestión la potencia de la negación, en fin, No nos representan! Cuando decía definición negativa no era en un sentido peyorativo, evidentemente, la definición negativa es todo un tema filosófico, y la dialéctica negativa no digamos. Igual sobra que diga todo esto, pero era por poner más ejemplos no peyorativos. Por eso me quedaba pensando que posiblemente la cuestión sería radicalizar más la definición negativa. Pero para esto, estoy de acuerdo, hace falta más práctica e ir pasito a pasito. Claro, si es siempre la misma pregunta grande: cómo sería ese mundo sin gamos? A mí es que solo me sale ser paciente cuando las cosas se hacen en colectivo, es verdad. Con la teoría viene la impaciencia, y cuesta, es un gran reto, hacer del pensamiento una práctica. Entonces, una cuestión más pequeña: a mí me ayudaría poder leer el relato de prácticas de agamia, por pequeñas que fueran, en este sentido! O que se evocaran más en los textos. También me sigue inquietando el papel segundón de la realidad como negación de la ilusión del gamos, cuando me había resultando tan interesante que llamaras a mirar hacia ella. Yo misma me aconsejo paciencia, y no te pido que me ilumines, pero si en algún momento te apetece apuntar alguna cosa más, la leeré con mucho interés. En cualquier caso, gracias por el mini-debate, me dejo de acaparar comentarios por aquí. Salud!

Myriam dijo...

Muy buen artículo, gracias.

Myriam dijo...

Efectívamente, en la práctica revolucionaria lo definiremos, nos definiremos.