martes, 27 de agosto de 2013

conversaciones. un mundo cruel

Me dice el amigo de un amigo que está el tema fatal, que vaya mierda, que le da asco todo.

Me dice que, cuando sale, sólo encuentra gente superficial. Que las tías no hablan de nada, que las interesantes están pilladas, que sólo se fijan en el cuerpo y que, da igual lo que te cuenten, su obsesión es casarse.
Le pregunto que qué es lo que le gustaría encontrar, que a qué llama “mujer interesante”, que cómo son esas mujeres “pilladas” más deseables. Le pregunto si los hombres no son interesantes.

-Una mujer interesante es una mujer que puede tener una conversación. No me preguntes por qué, pero con la mayoría de hombres al menos se puede hablar. En cambio, ellas salen a exhibirse y son incapaces de charlar un rato coherentemente: se distraen con cualquiera que pasa. Están a la posturita y a no despeinarse. Eso sí, como aparezca el típico modelito cachas, a ése sí le prestan atención. ¡Luego se quejan de que se las follen y pasen de ellas!

El amigo de mi amigo ha terminado su aclaración, así que se me queda mirando, expectante. Esta actitud me encuentra tan centrado en su discurso que me coge completamente desprevenido. Por un momento, temo que piense que estoy distraído con alguien que ha pasado. Me preocupa que piense que estoy pensando en mi aspecto, en vez de en lo que me está diciendo. Deseo a toda costa ser alguien con quien se puede tener una conversación.

Pero es verdad que estoy pensando en otra cosa. Desde hace unos instantes estoy pensando en esto mismo. Contemplo mi conciencia mientras se desplaza y se transforma. Veo cómo a cada frase, a cada condición, a cada juicio, mi yo intenta adaptarse, escrutando mi carácter hasta localizar en él los rasgos que más se adecúan a las condiciones que va escuchando que se imponen desde el exterior. Me imagino siendo una mujer. Intento imaginarme sin mirar mi proceso, sino participando en él por completo. Intento dejarme absorber por esta preocupación, para descubrir a dónde me lleva.

Me interrumpe un gesto de incomodidad que rasga de pronto tanta introspección. No tengo idea de qué cara estaba poniendo, y algún mecanismo nuevo y desconocido hace que la conciencia de ello me lleve a tocarme el pelo

-¿Eso es lo que le pides a una mujer? ¿Qué pueda tener una conversación? ¿Si puede hablar con cierta sensatez es suficiente?

El amigo de mi amigo me mira como si le hubiera pedido que me fregara la cocina.
-¿Y para ti?- Replica. -¿Es suficiente con que pueda tener una conversación?- Yo intento volver a la inexpresividad. -¿No tienes ninguna exigencia física?
 -No lo sé. ¿A qué llamas exigencia física?

La experiencia en la vida se personifica ante mis ojos. Veo que ha llegado el momento de recibir una lección que hará tambalearse mis convicciones desde sus mismos cimientos. Me preparo para descubrir esa verdad que siempre me he ocultado y a costa de la cual he construido una teoría tan frágil como un castillo de naipes. Estoy listo para memorizar, porque sé que en unos instantes la entrada estará prácticamente escrita.

-Para que una tía guste tiene, al menos, que ser normal. Si está bien, mejor. Pero, por lo menos, que sea normal. Que esté “decente”. Que tenga un cuerpo trabajado, una cara agradable, que se cuide, que vaya más o menos arreglada… No te estoy diciendo que tenga unas tetas de tres kilos, pero tiene que atraerte sexualmente, tienes que sentirte bien a su lado. Si sólo vas a hablar, vale cualquiera, pero se trata de hacer más cosas. ¿A ti te gusta follar con feas? ¡A que no!

Está claro que esta vez tengo que dar una respuesta. Pero he tenido mucho tiempo para pensarla.
-Lo que más me preocupa no es con quién quiero follar, sino qué pasa con las personas con las que no quiero.

El amigo de mi amiga está a punto de exigirme que conteste a su pregunta, pero descubre una nueva estrategia aún más definitiva. Yo creo que se decanta por ella llevado por algún tipo de tentación.
-No te puedes ocupar de eso. En la vida no pueden ganar todos. ¿Qué quieres hacer con todas esas mujeres? ¿Acostarte con ellas por pena? La naturaleza es selectiva, aunque suene duro. Buscamos a los más atractivos; es pura química. Si quieres puedes acostarte con tías que no te gusten, pero nunca vas a disfrutar. Es triste, pero la realidad es que las mujeres feas no han tenido éxito nunca y nunca lo tendrán.
-Hay que luchar por las guapas.
-Eso es.
-Pero no hay.
-Hay pocas.
-O están casadas.
-Las casadas suelen estar mejor. Las solteras son los deshechos. A las casadas las han elegido. Tú fíjate en cómo es el marido de una casada y así será ella. Si él tiene nivel, entonces ella también. Si él tiene algo que ofrecer, entonces se habrá podido quedar con una tía que merezca la pena.
-¿Qué tienes tú que ofrecer?
-Yo soy un tío normal. Estoy bien. No soy el estereotipo del tío de gimnasio, pero ni tengo tripa, ni se me ha caído el pelo… a mí no me pasa nada, pero las tías se fijan en lo que se fijan.
-En el del gimnasio.
-Eso es.
-Que además se puede hablar con él, porque como con la mayoría de los hombres se puede hablar… Entonces, tú, ¿qué ofreces… que las merezca? A ver, que lo diga con algo más delicadeza: ¿qué te diferencia de ser otro desecho que nadie elige?
-¿Te parezco un desecho? Entonces no tienes ojos.
-No, no los tengo, porque no salgo contigo y no he visto las mismas situaciones que tú. Pero, por lo que cuentas, parece que tu darwinismo social se aplica perfectamente contigo. ¿Cuántas tías te parece que merecen la pena en una de las discotecas a las que entras?
-Cinco o seis.
-Y, ¿tú estás entre los cinco o seis tíos más atractivos? ¿Eres uno de los cinco o seis leones más grandes de la sabana?
-La mayoría de los tíos están cachas.
-Y ya sabemos que con la mayoría se puede hablar. La vida es muy dura. Es triste pero, no querrás que te follen por pena, ¿no? De todos modos yo creo que hay algo que te puede hacer destacar sobre todos esos grandes y fibrosísimos leones. Creo que hay algo que te distingue.
-¿El qué?
-Tu filosofía. Aunque seas normal, y aunque estés dispuesto a hablar, como lo está cualquier tío, tu momento llega cuando le dices a la chica “la vida es selectiva. Buscamos a los más atractivos: es pura química. Puedes acostarte con alguien que no te gusta, pero no vas a disfrutar. Los feos no han tenido éxito nunca, y nunca lo tendrán”.
El amigo de mi amigo me mira con desprecio. Dice que tengo mucho pico y que es difícil 
contestarme, pero que no tengo razón.

Le contesto que no se preocupe, que colgaré en el blog la conversación. Que puede tomarse su tiempo para poner un comentario.



2 comentarios:

Orquídea dijo...

Muy bueno
¿Qué tiene él que ofrecer?

SoulTaker dijo...

No creo que su fundamento sea darwinismo social por decir que somos selectivos y buscamos a los más atractivos. Esa selección es biológica y es un hecho. Lo que es discutible es que ponderación tiene
cada cosa, lo social, lo biológico, etc,etc.
Por lo demás, claro ¿qué tiene él que ofrecer? al utilizar su argumentación el mundo se presenta como "cruel" en el sentido de que el es común o "decente" pero lo que yo rescato de su lógica es que en efecto al momento de buscar una relación con un chico/chica psicologicamente (inconsciente y consciente en mayor o menor grado) buscas a alguien que este dentro de tus "rangos", es decir, díficilmente si soy un chico "decente" aspirare a ligar con una chica como Angelina Jolie. Creo yo que el se refería al tema de la apariencia y estética, a lo superficial, no siendo necesariamente lo trascendental.
Ahora bien, basandonos sólo en lo escrito su argumentación se reduce a lo superficial y claramente con su última afirmación "Los feos no han tenido éxito nunca, y nunca lo tendrán”." está equivocado, pero sólo parcialmente -desde mi perspectiva, claro-