lunes, 11 de abril de 2016

mitos del amor. 6_5. mito de la INDIVIDUALIDAD

"Cada persona es diferente y, por lo tanto, cada relación es diferente. No hay clasificación ni catalogación posible entre ellas ni, por consiguiente, fundamento para jerarquía alguna."
Al decantarse por lo particular frente a lo general, el mito de la individualidad no sólo expropia de la facultad de conocer las relaciones (pues éstas dejan de ser “etiquetables”, etiqueta en sí misma con la que se condenan sin excepción todas las herramientas del conocimiento) sino de la de sustituir la cultura binaria por la comunitaria.

Presente en toda la ideología del amor, es el centro y mito fundacional de la anarquía relacional. Su función es adaptar la exaltación del amor a la crítica a la posesividad patrocapitalista, que el poliamor perpetúa con sus pactos y jerarquías y que la AR amenaza. Salvado el amor (la AR es abiertamente proamorosa) el gamos puede, como poco, ser optimista.

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mitos del amor. 6_4. mito del AMOR COMO RECURSO INAGOTABLE


Surgido para dar respaldo al pensamiento poliamoroso y para combatir la cultura de los celos que la monogamia inocula de manera todavía universal, este mito menor trata al amor según formulaciones paracientíficas, orientalistas y, de nuevo, idealizantes, aplicando la regla arbitraria de que el amor genera siempre más amor. 
Como se ve, se trata de la mezcla explosiva de los mitos 3 y 5, llevada a sus últimas consecuencias: El amor es el bien y es un conjunto indisociable de afecto y sexo; por ello el número de parejas debe maximizarse, pasando por encima incluso de la regla monógama, pues no hay justificación posible a los limites del amor. La prueba que lo sostiene es el descubrimiento de que la monogamia no es una imposición afectiva sino ideológica. Su falacia se formula así: Dado que no hay razón para tener sólo una pareja, puedo tener infinitas parejas.

Su función es convertir al amor en la idea central del movimiento poliamoroso y de relaciones abiertas, como lo ha sido de la monogamia en todas sus formas recientes.

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mitos del amor. 6_3. mito de la IGUALDAD SUBJETIVA


"El amor se produce entre dos personas iguales o complementarias, y es igual para ambas personas. No importa la clase social, la edad o la cultura. Lo que importa son las opiniones (clase social), los objetivos personales (edad) o las aficiones (cultura).
El amor se experimenta, además, del mismo modo, con la misma intensidad y definición en ambas personas. Esta identidad en la experiencia se contrasta (se obtiene, en realidad) mediante el intercambio de valoraciones sobre el sentimiento de cada individuo, generando un bucle ascendente que culmina en el encuentro en la cumbre: Ambas personas se aman el máximo posible y conocido para ellas."
"Las relaciones entre diferentes, o entre niveles de atracción diferentes, no están abocadas al fracaso, sino que constituyen fracasos, ya que no cumplen con esta prueba del algodón del amor verdadero y serán la consecuencia lógica de taras y complejos."

Actualización del mito de la media naranja en combinación con el del matrimonio, su objetivo es adaptar la obligación de formar pareja reproductiva al reconocimiento de la conquista progresiva de la igualdad entre mujeres y hombres. Negación de todo el pasado histórico del amor (contrario, por lo tanto, al mito principal de la sustancialidad del amor). El amor sería, paradójicamente, un fenómeno sociocultural de absoluto nuevo cuño, sin precedentes, y por lo tanto sin referencias intelectuales ni empíricas. El amor llevaría a todo un nuevo sistema relacional cuando conduce, precisamente, al viejo.

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mitos del amor. 6_2. mito del AMOR DISTRIBUTIVO


"Hay amor para todxs y todo el mundo puede encontrar el amor."
"La función de las herramientas generadoras de movimiento amoroso (apps de contactos, eventos de citas, agencias matrimoniales, etc) es generar combinaciones para aumentar la probabilidad de que cada persona encuentre a la o las que le corresponden como pareja. La razón por la que algunas personas no tienen pareja es que la suerte les ha dado la espalda en esta combinatoria."

Derivado del mito romántico de la media naranja (produciendo a veces el de las 300, 700 o 1000 medias naranjas), y de los mitos motivacionales (omnipotencia y libre albedrío) pero no tratado en su crítica. El objetivo es que la oposición al amor no se personalice nunca: Toda persona desencantada del amor debe ser juzgada como carente de perseverancia o de fe. La formulación más insultante es: “No te preocupes por no conseguir pareja, el día en que la encuentres será amor verdadero”.

Derivado también del mito del amor como fin supremo y del amor como bien al enfrentar a ambos a la teoría de la lucha de clases: El amor es el objetivo para todxs y, dado que es bueno en todo, es imposible que perpetúe la desigualdad mediante una distribución desequilibrada de sus recursos. ¿Cómo resuelve este reto? Con la fe en la combinatoria-lotería-tesoro oculto. “No hay nadie adecuadx para formar pareja conmigo” es una blasfemia y se vuelve inmediatamente contra quien lo pronuncia: “No eres adecuadx para formar pareja con nadie. Seas como seas, debes cambiar”.

Para que la ideología del amor no se desprestigie al revelar su carácter clasista es necesario seguir creyendo en el cuento del amor platónico consumable, es decir, el de formar gamos con una persona socialmente valorada como superior (Pretty Woman, Notting Hill). No menos necesario es invisibilizar a la masa desheredada del amor, auténtica mayoría social, sustituyendo su falta definitiva de amor por un supuesto retraso en la llegada de su lote, que deben seguir esperando con paciencia (se procurará transformar esta paciencia, por supuesto, en una búsqueda activa con todas las energías y medios disponibles).

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mitos del amor. 6_1. mito de la DISTINCIÓN ENTRE AMOR Y ENAMORMIENTO o del AMOR COMO TRABAJO

Formulado exitosamente por Erich Fromm (aquí una crítica al texto) en su “arte de amar” y de plena vigencia hoy día, el amor deja de ser un estado de felicidad para convertirse en una actividad de sacrificio cuyo premio es escapar a la soledad (lo que Fromm llama “separatidad”), tara consustancial a la condición humana y fuente de toda angustia.

Subyace al mito romántico de la media naranja y la pareja, cuyas críticas acaban con la demonización de la falta de pareja, pero conservan la exaltación del trabajo como actividad requerida para la deseable conservación de dicha pareja. Pone de manifiesto la naturaleza de la pareja como inversión de recursos con fines exógenos a la propia pareja (el amor sería la parte fastidiosa de la pareja, que proporcionaría, a cambio, reconocimiento social, realización del sentido reproductivo de la vida y ausencia de separatidad).
La Crítica a los Mitos del Amor Romántico REFUERZA EXPRESAMENTE este mito (mediante la crítica a los supuestos mitos de la equivalencia y de la pasión eterna o perdurabilidad) al hacer oficial la necesidad de distinguir entre una fase de enamoramiento, donde existe motivación para formar pareja, y una segunda fase de amor (llamada a veces “verdadero amor” para denostar a quienes añoran el enamoramiento como único periodo de felicidad real) en la que la motivación desaparece y debe ser sustituida por el trabajo.

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mitos del amor. 5. CORRELACIÓN ENTRE SEXO Y AFECTO


Mediante la fusión entre ambos, el amor realiza una de las alienaciones nucleares del sistema: El sexo queda ligado al afecto, de modo que no hay afecto sin sexo ni sexo sin afecto, y cada uno tiende de manera espontánea al otro.
El mejor sexo será aquél que constituya una exaltación afectiva, y el mejor afecto el que se realice mediante una exaltación sexual.
Esta vinculación de acero se reifica en la expresión “hacer el amor”, consistente en tener una relación sexual que “hace”, “sacraliza” la unión afectiva.
Así, el amor organiza al afecto mediante una estructura en forma de diana con centro en el sexo genital: Cuanto más nos alejamos del centro del sexo, el afecto está más sublimado y es menos eficaz para satisfacer las necesidades afectivas. Cuanto más nos acercamos al centro del amor más se sexualiza el afecto, hasta llegar al centro de los centros, el orgasmo simultáneo, la fusión sexual a la que, con la ayuda de teorías paracientíficas diversas, se le atribuye la máxima realización de la persona en el mundo; la apoteosis de su propia caricatura.

Se puede decir sin miedo a error que gran parte de, si no todas, las carencias afectivas de nuestra cultura son el resultado de esta unión, de este secuestro del afecto para dedicarlo a la reproducción social. Esta consecuencia es seguramente de mayor envergadura aún que su correspondiente referida al sexo y que ha sido abordada desde hace un siglo mediante el concepto de “represión sexual”.

Este mito es imprescindible para que el amor siga realizando su función principal: La formación de la pareja reproductiva.
5_submito del amor como actividad

"El amor es, de por sí, una razón para compartir tiempo y espacio, incluso para convivir. El amor no se genera mediante conductas y actividades exitosamente compartidas ni se requiere de otras conductas y actividades que el amor para que compartir espacio y tiempo resulte satisfactorio". Sin amor ni otra “actividad” concreta, compartir tiempo y espacio carece de sentido y puede ser síntoma de amor (las personas que lo hagan, en cualquier caso, estarán bajo la presión social de que deberán amarse o resultarán sospechosas de amor, incluso mutuamente y para sí mismas). A la inversa, no compartir tiempo y espacio cae bajo la sospecha de ausencia de amor.

Subyace al mito romántico del matrimonio o de la convivencia, y es un derivado del correlato entre sexo y afecto. Su función es generar la logística específicamente diseñada para la reproducción y la crianza. Unir físicamente para que “la naturaleza siga su curso”. Organizar a las personas en  microgranjas.

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mitos del amor. 4. INASEQUIBILIDAD A / INVIOLABILIDAD POR LA RAZÓN

4a-el amor trasciende las contradicciones

La razón es una amenaza al amor y quien razona sobre el amor puede caer en la excomunión amorosa.
Cuando razón y amor se confrontan estamos ante un “exceso de razón”. La razón debe ser atenuada y dejar la decisión en manos del amor. Un verdadero imperativo amoroso debe ser seguido sin preguntas. Se llamará “locura de amor”, y constituye un rapto poético que es el punto de contacto de la persona normal con el genio. Debemos escuchar al amor, fuerza divina, energía, por encima de la soberbia de escuchar a la razón, fuerza del individuo.

Está respaldado por el mito new age de la superioridad de la intuición sobre la razón, o de la inteligencia emocional sobre la inteligencia lógica, donde el concepto original de inteligencia emocional (diálogo racional con las emociones para entenderlas y utilizarlas) ha sido ya sustituido por la idea de las inteligencias enfrentadas: La más inmediata y volitiva, esto es, la emocional, debe imponerse por su supuesta superioridad y relación más inmediata con la “naturaleza humana”.
Especialmente aplicado en los juicios sobre el atractivo (“el amor es ciego”). No importa que estemos insertos en un sistema que nos escala según un determinado valor sociosexual: El amor sublima esta escala y nos vuelve ajenxs a ella. Es el mito raíz que subsiste a la crítica al mito de la omnipotencia del amor.

La evidente función de este precepto imprescindible es erradicar la molesta presencia del juicio racional para ponernos en manos del deseo inducido por el sistema: Como palomas mensajeras, no tenemos más destino, una vez liberadxs, que aquél en pos del cual se nos enseñó a volar. El amor se convierte en un ámbito de naturaleza inédita, donde pensar es perjuicio o enfermedad y la crítica, por sí misma, se considera causa de lo criticable en lo criticado (“si no dejas de pensar nunca encontrarás pareja”).
4b-el amor es incognoscible.

No sólo no deben ser juzgadas las cosas del amor, sino que el amor mismo es imposible de entender.

Que cada persona tenga una definición diferente para el amor no implica que esas definiciones puedan ser contrastables, ni tan siquiera que conlleven discrepancia. A la aparente diversidad en las teorías amorosas subyace el mandato de la intangibilidad del concepto. De la discrepancia no se sigue debate, porque la infinidad de definiciones constituyen consenso.

La labor del submito es justificar los discursos mesiánicos que legitiman al resto de las contradicciones. Imprescindible para mantener el conjunto de la mitología amorosa y su aura, que se derrumbarían y se apagarían sin este sostén.

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mitos del amor. 3. IDENTIDAD ENTRE AMOR Y BIEN

3a-El amor es un bien y es la fuente del bien.

El amor es en sí mismo bien o la energía que produce el bien; su causa eficiente. Por ello, todo amor es deseable siempre y debe apreciarse siempre como un aumento en los bienes. Es bueno que exista amor y es bueno que exista la mayor cantidad posible de amor. El amor a todo beneficia y todo tiene una dimensión amorosa que lo lleva a la excelencia. El amor conduce a la armonía. La inarmonía es falta de amor o, en cualquier caso, se solventa añadiendo amor.
Dado que el amor es garantía de bondad, cuando no genera bondad podemos deducir que no estamos ante el verdadero amor (el amor se define por exclusión del mal en el amor, al que se llama “amor romántico”).

Actuar por amor es actuar bien y genera bien. No requiere, por lo tanto, de consideración ética alguna. Cuando actuar por amor no genera bien, hay un bien mayor que lo compensa, que es que se actuó por amor. Quien actúa por amor tiene más garantías de hacer el bien que quien actúa para hacer el bien mismo.

La función de este submito es, obviamente, justificar a priori toda conducta inmoral motivada por el amor, así como darle a posteriori respaldo ideológico. “Estuvo mal, pero fue por amor.” Este submito acaba con la supuesta carga empática del amor. La conducta emana directamente del deseo generado por el amor, despreciando toda consideración hacia el interés real de las otras partes e imponiéndoles el bien del amor.
3b-el amor hace sentir bien.

Si no es así podemos estar ante el amor romántico, ante algo del amor que no es amor, o ante la parte del amor que hace sentir mal pero que es ampliamente compensada por la que hace sentir bien.
El amor hace confluir al placer con el bien. “Si duele no es amor”, dirá la campaña contra el maltrato patriarcal entre adolescentes. Debería decir (una vez enunciado resultan evidente) “Si duele es malo, sea o no amor”.
Gracias a este submito la tolerancia al sufrimiento por amor se multiplica y la producción de amor, y con él de pareja, se optimiza. Dado que el amor es bueno en sí para quien lo vive, siempre que haya posibilidad de amor hay que favorecer su aparición. Este submito está también detrás de la presión social para formar parejas y por lo tanto de la necesidad de evitar todas aquellas conductas (afectivas y sexuales) que puedan ser tomadas por amorosas para eludir dicha presión, es decir, de la represión afectiva y sexual entre personas que no forman gamos. En general, todos los mitos que tienen que ver con la bondad del amor alimentan en la práctica la soledad y el odio, porque establecen como única vía para el afecto eficaz, saciante, al embudo del amor.

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mitos del amor. 2. FIN SUPREMO

El mito de la media naranja no se enuncia ya de manera afirmativa y determinista (“el amor es el sentido de la vida”) sino como una opción por descarte (“el amor es la mejor de las formas de vida, todas ellas válidas”).

Esta contradicción tiene una síntesis que nos resulta más familiar: “No es que el amor no sea ya el sentido de la vida; sigue siéndolo, pero debes aprender a subsistir sin él. La vida sin sentido tiene derecho a ser vivida”. No sólo se trata de mejorar la estrategia para alcanzarlo sino de evitar que lxs trabajadorxs del amor se pierdan por el camino o, aún peor, se conviertan en rebeldes al amor.
Esta forma ladina de seguir exaltando al amor por encima de todo (casi un clasismo del amor, donde supuestamente las personas elegirían la clase a la que pertenecer en función de su participación en el amor, del mismo modo en que en el capitalismo “eliges” la clase a la que perteneces en función del esfuerzo que realizas por acumular capital) lo convierte en el tiránico dictador de los proyectos individuales que ha sido siempre. La crítica al mito de la media naranja es un fraude, dado que su desarrollo va siempre acompañado de la exaltación del amor y de la descripción de una felicidad de segunda clase, que podrá mejorar cuanto más amor viva. El verdadero enunciado de la crítica al mito de la media naranja es: “Que el ideal del amor no te impida dedicarle tu vida al amor”.

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mitos del amor. 1. SUSTANCIALIDAD


"El amor es. 

Existe una cosa llamada “amor” que trasciende épocas, culturas y personas. El amor siempre ha estado y siempre estará. El amor es innegable, indivisible e inagregable. Las distintas formas de amor son todas variaciones de un mismo amor."

La forma extrema de este mito es la afirmación de que el amor es anterior, superior y externo al ser humano, es decir, literalmente, la divinización del amor.

Su función es apuntalar al amor como referencia discursiva. Se hablará de amor o no se hablará. Su consecuencia más sobresaliente es que un discurso desde fuera del amor resulta marciano, incomprensible y desconcertante, y tan incapaz de dejar huella como un sueño. La crítica al amor será siempre una propuesta de un nuevo amor.
1_submito de la coherencia discursiva
A pesar de que el mito lo da por sentado, nunca hablamos del amor cuando hablamos de amor. El amor es algo mucho peor que queda siempre intacto tras el discurso.

Si bien el mito puede resistirse al entendimiento en una primera impresión, el submito es fácilmente identificable. Búsquese cualquier juicio, sublime o pedestre sobre el amor, y contrástese con la realidad más evidente, y que la misma persona que juzga conoce a la perfección.

La Crítica a los Mitos del Amor Romántico, siempre distanciada de la realidad vivida, sentida y pensada por quien en cada caso reproduce cualquier punto de esta crítica, también participa de este submito, de esta incoherencia discursiva. Tanto el amor como lxs participantes de las relaciones amorosas exponen sus intereses al hablar del amor tal y como lo viven. Por ello el discurso, ya sea privado o público, se desliza automáticamente a la presentación del ideal del amor como si fuera la realidad vivida del amor.

La función de este mito es legitimar el esfuerzo ideológico por ocultar la verdadera naturaleza del amor. Se trata de esconder y anatematizar la afirmación de que el discurso del amor es, fundamentalmente, una inmensa mentira.

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los MITOS DEL BUEN AMOR. más allá de la crítica al amor romántico.


La Crítica a los Mitos del Amor Romántico es un acuerdo de conveniencia entre intereses antagónicos que se plasma, como documento, en la lista de mitos del amor romántico.
Asumida esa crítica, la naturaleza del amor queda modificada, pero ni cuestionada, ni transformada, ni subvertida. La CalMAR aborda los síntomas más visibles de la crisis del gamos y de la masculinidad (patriarcal) proponiendo una colección de términos medios entre los derechos de las mujeres, la liberación sexual y la tradición monógama, heteronormativa y patriarcal. No es una crítica a lo criticable, sino a aquello que no se puede dejar de criticar, de modo que esto pueda extirparse del conjunto de la ideología del amor, dada después de alta y devuelta a la sociedad para que siga realizando su trabajo.

Ésa es la razón por la que se acuña el concepto “amor romántico”, que funcionará como cubo de basura en el que introducir los restos de la poda realizada al amor para que éste, una vez podado, crezca aún más fuerte.

Nada tendría eso de malo si el amor fuera, como él afirma de sí mismo, bueno en sí. Pero un análisis desacomplejado de la ideología del amor nos mostrará enseguida no sólo que el problema es el amor mismo, en lo más hondo de su sustancia, sino que la CalMAR apenas le araña la superficie.

A fin de poder establecer paralelismos, utilizaré también el formato de catálogo de mitos criticables que, para mi vergüenza y después de mostrarme suspicaz ante el redondo decálogo de la CalMAR, me han resultado también diez. En cualquier caso, ni la lista ni la jerarquía interna que propongo pretenden ser exhaustivas, aunque sí orientativas. Así, los mitos del amor, intactos a día de hoy y, como veremos, nada recomendables, son:

El amor es. El amor es indivisible en partes simples e inagregable en un compuesto superior. El amor es universal y atemporal. El amor es aquello de lo que hablamos cuando hablamos de amor.

Todo es peor que el amor. Tú eliges.

El amor es bien en sí mismo, para el mundo, para lxs demás y para mí. Más amor siempre es mejor. Ningún amor sobra.

El amor posee una naturaleza única que lo hace incomprensible. La razón no entiende las razones del amor porque superan su raciocinio. El amor es la mejor de las razones.

El mejor sexo es el más afectuoso. El mejor afecto es el más sexual. El sexo y el afecto son los dos gametos del amor. Por separado están incompletos; juntos son otra cosa. Unirlos es la actividad humana por excelencia. Se llama “hacer el amor”.
6-MITOS MENORES
Frente a los anteriores, a los que llamo “mitos mayores”, que estructuran la mitología amorosa y sobreviven a la CalMAR con envidiable salud, llamo “mitos menores” a aquellas producciones ideológicas que han venido a apuntalar circunstancialmente el ruinoso edificio del amor. Son de aparición reciente o de aplicación no universal (sólo para aquellos grupos sociales que los requieren), pero imprescindibles para evitar que la crisis del amor desborde su capacidad de resistencia.

El amor no es gratis. A quien madruga, el amor le ayuda. Quien siembra, recoge. Conservarás el amor con el sudor de tu frente. El enamoramiento es una embriaguez. Quien de joven no se ha enamorado no tiene corazón. Quien de adultx sigue enamoradx no tiene cabeza.

El amor te ama y tiene un amor para ti. El amor siempre toca. Pasa a recoger tu premio.

El alma gemela es nuestro amor. Nada es más digno de amor que tu reflejo sobre el agua.

Que puedes amar a más de una persona es la prueba irrefutable de que puedes amar a infinitas personas.

Cada amor es la reinvención del amor. Lo que no es amor también es amor.

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viernes, 1 de abril de 2016

el techo de cristal de la crítica al amor romántico


El amor ha sido el opio de las mujeres, como la religión el de las masas. Mientras nosotras amábamos, los hombres gobernaban.
Kate Millet

Kate, te refieres al amor romántico.
Usuarix de facebook.

Mi intención con este texto es cuestionar ese gran pacto social e ideológico llamado “crítica a los mitos del amor romántico”.

Lo llamo “pacto” porque entiendo que es el resultado del enfrentamiento entre varios sujetos sociales e ideológicos que encuentran, en esta fórmula, un lugar de convivencia pacífica así como unos principios de consenso desde los que construir las normas para esa convivencia. Lo cuestiono porque los grupos enfrentados son antagónicos, y cualquier solución que valga para todos implica que todos ellos están renunciando a una parte o la totalidad de sus principios. Entiendo también que el éxito en la obtención de consenso es tan grande en el caso de la crítica a los mitos del amor romántico que esta “carta de mínimos” ha pasado, y ése es su mayor triunfo y su mayor peligro, a asumirse como declaración de principios del más ético de los agentes enfrentados: el feminismo.

Los agentes sociales e ideológicos más influyentes en la obtención del pacto han sido el patriarcado, el capitalismo, el feminismo, la mononormatividad binarista y la liberación sexual. Como se ve, el feminismo está, en contra de la asunción más generalizada, en minoría. De ahí la pobreza de los logros.

Para obtener una idea de cuál es el espíritu que subyace a la crítica a los mitos del amor romántico (CalMAR queda la sigla, que está pidiendo a gritos ser usada y conjugada: La crítica nos CalMA) intentaré antes sintetizarlos un poco. Carlos Yela, en La otra cara del amor (2002) nos ofrece 10 mitos que han sido y son referencia, y en los que se han basado subsiguientes listados y recapitulaciones. Es evidente que la razón de escoger el número fue estética y mnemotécnica, mucho más que rigurosamente analítica, y que seguramente se puedan organizar según un esquema más claro.

Probemos.
Podemos escoger como mito principal el de la media naranja (edulcoración del mito del andrógino, atribuido por Platón en su Banquete a Aristófanes), pues por su carácter narrativo y gráfico incluye en sí mismo el relato completo de cómo debe vivirse el amor y nos permite derivar de él los restantes.
Pero prefiero empezar por el contenido central de la narración (más tarde veremos cuál es la función concreta del mito naranjero); el objetivo sociocultural del amor, en torno al cual se articulan los restantes: El mito de la pareja.

Me permitiré modificar y simplificar su enunciado:
El amor conduce a la formación de una pareja.

Este mito se acompaña, como su concreción final, su letra pequeña, del mito del matrimonio:
El amor conduce a la formación (certificada por un cura o cargo homólogo) de una pareja.

A ellos se añaden, por pura deducción, los mitos de la exclusividad, la fidelidad y los celos. Para que la inverosímil estructura de la pareja se conserve hay que apuntalarla mitificando también sus cadenas. Ésa es la función de estos tres mitos hermanos, todos equivalentes e implicados ya como subproductos residuales en el mito de la pareja monógama.

El relato quedaría así:
el amor conduce a la formación (certificada por un cura o cargo homólogo) de una pareja. Una vez llegadx, cierre por fuera.

Así soltado suena como el peor de los planes, dificultad que no pasa inadvertida a la mitología románticoamorosa. Es aquí cuando ésta invoca a Platón, en formato cítrico. El resultado, aunque algo forzado, es ya mucho más jugoso:
el amor, sentido de la vida, conduce a la formación (certificada por un cura o cargo homólogo) de una pareja predestinada. Una vez llegadx, cierre por fuera.
El mito de la media naranja se convierte en la mayor de una serie de tres muñecas rusas dentro de la cual encontramos, por este orden, a la pareja y al matrimonio, y que los otros tres mitos encolan para convertir el juguete en bibelot. Pero todxs sabemos que si dejáramos al amor actuar por su cuenta pocas veces se completaría la naranja. Por eso, el mito necesita además de un vector, una fuerza que lo impulse y que se traduzca en el esfuerzo realizado por las personas para buscar y establecer esa pareja, no como si les fuera la vida en ello, sino yéndoseles literalmente. Por eso se nos dice que el amor es libre (mito del libre albedrío): Porque la responsabilidad debe desplazarse del enclenque e impersonal amor a la poderosa y multitudinaria voluntad. Y por eso se nos dice que es omnipotente (mito de la omnipotencia): Porque incluso la voluntad sería insuficiente si no se llenara su depósito con el combustible motivacional de la fe.

Unidos, por lo tanto, estos ocho mitos, obtendríamos este mandato, sencillo y familiar, en el que hemos sido educadxs y que, en parte no pequeña, ha regido nuestras existencias:
el amor, sentido de la vida, conduce (¡y si no conduce es que tú se lo estás impidiendo con tu falta de implicación!) a la formación (certificada por cura o cargo homólogo) de una pareja para la que estamos en cierto modo predestinada. Una vez llegadx, cierre por fuera.

De la descendencia no hay que preocuparse. Este artefacto la produce espontáneamente y en abundancia.

Recordemos que lo que la crítica nos describe es lo que el amor ha sido pero debe dejar de ser. De modo que, en adelante, ni sentido de la vida, ni necesariamente en pareja, ni con forzosa exclusividad ni dedicados en cuerpo y alma a lograrlo. Un nuevo paradigma.

¿Seguro?

Se diría que la ideología que sustenta la monogamia, especialmente la monogamia indisoluble, ha recibido una dentellada dolorosa. Sus normas se han relajado en favor no sólo de una cierta libertad sexual sino, además, de una salida holgada para quienes viven en la pareja el infierno de los malos tratos o, simplemente, de la frustración existencial. La parte del león, por lo tanto, para la libertad sexual. Ni el feminismo sale claro vencedor, ni el patriarcado tocado de muerte ni, por supuesto, el capitalismo perjudicado en lo más mínimo.

Pero aún quedan dos cláusulas de este contrato.

Los mitos de la equivalencia y de la pasión eterna, casi idénticos, nos advierten de un grave peligro para la estabilidad de la pareja (descubrimos con ello, de pronto, que nos importa mucho la estabilidad de la pareja). Podrían resumirse así:
La pareja es la unión entre dos personas enamoradas para disfrutar de ese enamoramiento.

Como la crítica a los mitos implica afirmar sus contrarios. Hagámoslo, para mayor claridad:
El motor que nos embarca en la pareja es el enamoramiento. Agotado el combustible, continúese a remo.

Con la célebre distinción entre enamoramiento y amor, la mononorma y el patriarcado han establecido sus mínimos. Los objetivos a alcanzar por el resto de los puntos del acuerdo quedan así perfectamente vigilados y recortados.

De modo que el amor no será ya el sentido de la vida, pero sí la consecuencia natural del enamoramiento, súmmum del placer. No será necesariamente en pareja, pero se dejará que el enamoramiento mismo decida su estructura. No nos encerraremos en él, pero nos esforzaremos por no desear salir.
Así debe ser por ley natural: Hay estudios que lo avalan.

El patriarcado y la mononorma han salvado los muebles con bastante comodidad, dadas las circunstancias. La pareja, binaria y “espontánea” (sin crítica, por lo tanto, a la discriminación por géneros que las orientaciones sexuales perpetúan) debe ser el resultado del enamoramiento. Sus miembros harán por conservarla hasta donde les permitan las fuerzas. Todo ello presentado, animado y dirigido, por la ideología irracionalista del amor, que sustituye, para esta empresa, tanto al sentido de la justicia como, en general, a las facultades de la razón.

Pero entonces, ¿es que la CalMAR deja algo criticable sin criticar? ¿Qué pequeño detalle se le puede haber escapado? La respuesta es sorprendentemente fácil. Tanto que nos lleva a pensar que es precisamente ella quien lo oculta y protege. Lo que no esté criticado en la crítica lo supondremos digno de alabanza, entrega y regodeo. Desarrollaré esa crítica pendiente en otro texto. Me permito adelantar que el decálogo no deja escapar un detalle, sino que es el detalle el que deja escapar al decálogo, como punta de su iceberg. Eso convierte a lxs creadorxs y divulgadorxs de la CalMAR en lxs capitanxs del Titanic.

Que la crítica al amor romántico es un vergonzante arreglo de conveniencia no hay más que verlo en sus resultados. La barrera protectora creada en torno al amor mediante ese cordero expiatorio salido de la nada llamado “amor romántico” nos condena a seguir buscando un discurso del buen amor en una cultura que carece de él, y a entregarnos a eflorescencias diversas, siempre respetuosas de la verdadera mitología del verdadero amor, ambxs intactxs.

A estas alturas empieza a ser un runrún general que la crítica se ha quedado muy corta. Está ya en todas partes, todxs la conocemos, todxs la aplicamos y, sin embargo, todo sigue fallando con el esplendor del primer día. Muchas cosas han cambiado, se diría, pero está claro que no las suficientes. Para nuestra sorpresa, parece que este decálogo es cualquier cosa menos radical, porque de esa raíz sigue brotando amor destructivo a raudales. La pregunta ahora, una vez despertada la suspicacia es: ¿Este decálogo sagrado, nos ha permitido avanzar, o lleva casi 15 años distrayéndonos? ¿Ha sido un escalón, o una trampa?

No me queda espacio para argumentar mi respuesta a la última pregunta. Pero al menos recordaré que no somos lxs unicxs que volvemos a caer, una vez tras otra, en el amor romántico, a pesar de habernos comprometido explícitamente en su contra. Hasta lxs adalides y divulgadores más prestigiosx de la Sagrada Crítica nos sorprenden cada día con un nuevo paso atrás en su discurso, con un nuevo movimiento confuso, con una nueva concesión al amor en su vida personal, que nos suena, otra vez, más y más romántico. Podríamos llegar a pensar, en un delirio conspiranoico, que lxs más críticxs son, precisamente, lxs más contaminadxs.
a todas luces, los corazones vomitados por el personaje del legendario graffiti son corazones de amor romántico.

El amor es la herramienta que el sistema relacional ha escogido para cambiarlo todo de modo que nada cambie. Él, con su exigencia de entregarnos a él, de dejarle decidir nuestras acciones  más trascendentes y de suspender la distinción entre el bien y el mal, es el caballo de troya que acabará con cualquier proyecto de convivencia que cuestione las relaciones sexosentimentales.

Salvado el amor, todo está perdido. Y, de momento, el decálogo es su escudo.