martes, 14 de octubre de 2014

el "deber ser" de la belleza


             La agamia considera la belleza un valor cultural y, por ende, ético. La determinación de la cultura de la belleza debe realizarse siguiendo el criterio de la utilidad que, en el ámbito del comportamiento, será como decir “del bien”.

Así, la agamia persigue identificar bien con belleza, sin complejo antiplatónico alguno.

El viejo tópico de que el cerebro es el más erótico de los órganos responde, entre otras cosas, a la experiencia individual de que el sentido común es el camino más corto hacia el placer; de que lo bello es lo que funciona.
                La identificación de la belleza con el bien es la automatización de la búsqueda y el enaltecimiento del bien a través del gusto. El gusto, cuando lo es, siempre es de gustosa satisfacción. Se entiende, por lo tanto, que la elección consciente de lo que debe ser placentero no va en detrimento, sino en beneficio de su disfrute. Dado que, hasta ahora, la elección del gusto no es en función de lo bueno, ni siquiera de lo placentero mismo, sino sólo de aquello que obedece a los valores estéticos generados por el sistema capitalista patriarcal (que éste presenta fraudulentamente como capaces de producir placer), cabe esperar de la educación consciente del gusto una satisfacción a corto plazo notablemente superior a la actual. El principal y más inmediato progreso consistirá en una reducción sustancial de la represión sexual, que conllevará un enorme placer por liberación de la parte correspondiente de la misma.

                La educación del gusto no se realiza por represión del gusto previo, sino por convencimiento mediante el contacto con las fuentes de placer, tanto las eficaces como las fraudulentas. La experiencia convence, y genera, además del aprendizaje, una impronta que actúa sobre la intuición conduciendo al individuo a premiar a las fuentes eficaces de placer mediante el reconocimiento y la integración. En un entorno ágamo, reconocimiento e integración constituyen fuentes de lo que el amor entiende como afecto. El afecto amoroso, con su añadido de protección, de compensación por la falta de reconocimiento e integración sociales, se vuelve prácticamente innecesario. La utilidad del afecto melancólico queda confinada, por tanto, a usos excepcionales.

más allá de una cultura de lo saludable, la gordofobia es propaganda para alimentar un canon irracional y arbitrario de belleza cuyo objetivo, además de enajenar el cuerpo de las mujeres, es jerarquizarlas como objetos de consumo cuyos productos de élite resulten inalcanzables.
Nada que ver con el placer sexual.
                El sistema ideológico del amor es arquetípicamente hipócrita en este punto, pues educa en la elección en función de un determinado tipo de belleza elitista a la que mitifica, mientras afirma (de manera ineficaz, pero útil como autolegitimación moral) que los individuos deben ser elegidos en función de lo que llama “el interior”, que no sólo trata como un valor de segunda, sino que lo contrapone al anterior, sobrentendiendo que debe cultivar su “interior” aquél que carece de medios para cultivar su belleza.

La evolución continua de las modas es la demostración de que el canon de belleza se puede crear, incluso con notable facilidad.
Creemos el nuestro.
Todxs tenemos la responsabilidad de educar nuestro gusto hacia lo bueno, de modo que integremos y reconozcamos lo bueno, y promovamos su reconocimiento e integración por parte de otrxs.

             Todxs tenemos la responsabilidad de educar nuestro gusto de modo que dejemos de premiar y demandar lo malo, así como de evitar que otrxs, a su vez, lo premien y lo demanden.


6 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta la teoría pero hasta qué punto es posible cambiar pautas de deseo sexual aprendidas desde infancia adolescencia completamente interiorizadas? Es decir no tengo conocimientos de psicología pero tengo la sensación de que lo que planteas (que reitero, me encantaría que todo el mundo lo alcanzara) puede ser mucho mas complicado que esto. Crees que un ejercicio de autoconocimiento (y un poco de sugestión) son suficientes? Se puede luchar contra años de construccion inconsciente del deseo? En fin lo que quiero decir es que cómo llevas a la práctica eso para que realmente funcione y no se quede en una opinión que mola tener. Porque francamente me cuesta imaginar un cambio tan ambicioso, sobretodo con esta sociedad enferma. como alguien que viene crecido con el porno, que le excitan los comportamientos de dominacion humillacion del porno puede realmente cambiar su manera de desear? Y digo esto por poner un ejemplo, pero muchos somos los que tenemos conductas sexuales cuestionables, y yo soy la primera en tomar nota si me proporcionas algunas coletillas más concretas.
Saludos!

israel sánchez dijo...

Así se hace!
Hay que impulsar la práctica de aquello en lo que se cree!
Precisamente por eso, creer no es un paso baladí. Hay que creer, y recordar que se cree, y reafirmar la creencia aunque no pueda llevarse a la práctica. Hay que impedir que la práctica nos comprometa con ideas en las que no creíamos antes de que practicarlas nos avergonzara. No necesitamos avergonzarnos por hacer lo único que podemos hacer cuando no encontramos un camino para hacer otra cosa. No hacer lo que se cree porque no hay camino para hacerlo no es incoherente, y por tanto no es un dilema moral.
¿Se puede cambiar un adiestramiento tan implantado? La ideología del amor nos hace pensar que el adiestramiento se implanta y permanece, que nuestros gustos tienen sentido, porque son profundos e inamovibles. Nada más falso.
Cada vez que la práctica nos demuestra que nuestros gustos son equivocados (cada vez que elegimos por el envoltorio y comprobamos que el contenido es ineficaz) aprendemos que debemos cambiar de modelo. Sólo lo olvidamos porque la propaganda sigue actuando ininterrumpidamente sobre nosotros, convenciéndonos de que volvamos a intentarlo allí donde ya vimos que radicaba un error. Por eso recaemos.
Todxs recordamos, a poco que busquemos, momentos en que nuestro gusto dio un giro notable con respecto a alguien o algo. Si aquella experiencia no sirvió para que relativizáramos la estabilidad del gusto es porque no extrajimos consecuencias generales; porque aceptamos la idea de que esos giros son reafirmaciones del gusto, y no cambios en él que manifiestan nuestra libertad para crearlo.
Por otra parte, que la transformación no se complete perfectamente no justifica no realizar la transformación que sea posible. Difícilmente cambiaremos el contenido sexual de los grandes medios de comunicación desde un grupo reducido de personas. Pero, ¿qué consecuencias puede tener un gusto alternativo y consistente que los individuos de ese grupo refuerzan regularmente? Con toda seguridad, una enorme impermeabilización frente a mensajes externos, pues la socialización que nos importa es la de los individuos con los que convivimos.
No me escaqueo, dos propuestas:
Una, evitar la erotización de las primeras impresiones. Comprometerse con la idea de que lo que se siente por alguien antes de establecer una relación personal es trivial, y que es ético “esperar” (lo cual no tiene por qué significar reducir la cantidad de relaciones eróticas ni el número de las personas con las que se tienen) a que sea la relación personal la que erotice o no.
Otra, socializar la erotización del bien; compartirla. A veces sólo hace falta escuchar a otra persona dar valor erótico a quien admiramos, pero no deseamos, para empezar a desearlx. Retroalimentemos ese efecto.
Y recordemos que no necesitamos imponernos estas propuestas como dogmas. Llevarlas a cabo es también experimentar con ellas y disfrutar de ver cómo transforman la realidad. Nosotrxs decidimos cuándo es más eficaz recurrir a las excepciones.
Muchas gracias por espolear.

Lenus dijo...

Siguiendo la línea de comentarios, creo que uno de los requisitos más difíciles de cumplir no es solo hacer el esfuerzo de intentar cambiar nuestros gustos, sino lo complicado que es negarse a reforzar las pautas ya aprendidas.
Cómo has puesto tú, "esperar" es lo ético, aunque ese sentido del "deber" (opino por mi experiencia) no es muy compartido en nuestra sociedad.
Sólo queda hacer el esfuerzo de ir contra corriente y de seguir intentándolo. El tiempo dirá si es posible o no cambiar pautas aprendidas a tan corta edad.

Quería acabar transmitiéndote mi acuerdo con mucho de lo que escribes y me alegro de haberme animado a escribir por primera vez en el blog.

israel sánchez dijo...

Muy bienvenidx, lenus!
En mi opinión, no es eficaz darse cabezazos contra la presión mediática. Mientras todxs hablemos el idioma de los medios, todxs los reproduciremos. Pero lo que nos importa de los medios no son los medios mismos, ni siquiera su autoridad, sino cómo se traduce su influencia en la vida diaria.
Piensa en cómo repercute la educación académica en la conciencia de lxs educandxs. Cuando el entorno es favorable a dicha educación, se produce respeto y mímesis. Pero en entornos en los que dicha educación no conlleva ningún reconocimiento social, lxs niñxs y adolescentes se vuelven impermeables a los principios transmitidos durante nada menos que 6 horas al día.
Ese contexto impermeable es el que debemos crear, y para eso no son necesarios grandes cambios sociales; sólo trabajar el pequeño grupo de personas que nos rodea, como si fuera un núcleo atómico capaz, inesperadamente, de transformar nuestra forma de desear. Pero trabajar no es transmitir un mensaje de un día para otro, sino cultivar con paciencia un suelo humano que se vaya volviendo más y más fértil, y abonarlo con nuestra propia conducta.

V dijo...

Te cito: "Hay que impulsar la práctica de aquello en lo que se cree!
Precisamente por eso, creer no es un paso baladí. Hay que creer, y recordar que se cree, y reafirmar la creencia aunque no pueda llevarse a la práctica. Hay que impedir que la práctica nos comprometa con ideas en las que no creíamos antes de que practicarlas nos avergonzara." "trabajar no es transmitir un mensaje de un día para otro, sino cultivar con paciencia un suelo humano que se vaya volviendo más y más fértil, y abonarlo con nuestra propia conducta."


Ay, amigo! Está tan sucio el patio que me entran ganas de llorar cuando encuentro destellos tan limpios de la Razón luchando por sobrevivir entre tanta mierda. Muchísimas gracias por tu esfuerzo y la esperanza que alimenta.

israel sánchez dijo...

el patio está fatal, pero, sea cual sea el punto de partida, cualquier mejora en la situación repercute mejorando nuestras vidas.
además, "lxs otrxs" también piensan que el patio está faltal :)